CAPITULO 1: UN POCO DE MENTIRAS

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Nota. El personaje de Kagome lo sentirán diferente, pero conforme avance los capítulos ella volverá a ser el personaje que todos amamos.

*** Episodios muy largos.

Ese día, Kagome había despertado con un nudo gigantesco en su estómago. Aquel raro síntoma se propago hasta sus nervios haciendo que ocasionalmente sintiera un escalofrió en su piel. No entendía porque se sentía así. Todo estaba más que bien en su vida, y ahora, ese sexto sentido que siempre le alertaba de los peligros le estaba sugiriendo ponerse en guardia.

Pero por esa tarde, dejaría de pensar en sus paranoias.

– Solo son mis nervios–. Se dijo a sí misma.

Esa tarde estaría por primera vez con Inuyasha.

Siempre lo había amado. Él era alto y muy guapo, su cabello platinado estaba peinado siempre con rebeldía, y su carácter desenfadado lo hacían un novio estupendo.

Kagome no tenía rival alguna que se atreviera a poner los ojos en su hombre, e Inuyasha miraba solamente a Kagome... y, tal vez, a Sango.

Desde antes que su mejor amiga se mudara, se corrió el rumor que Inuyasha estaba enamorado de Sango. Kagome negaba rotundamente el chisme, cegándose ante aquella larga amistad que había entre los tres. Diciéndose mentalmente una y otra vez: "Sango se ha ido. Las cosas ahora son diferentes. Inuyasha me ama."

El espejo de cuerpo entero que se encontraba llenando casi toda la pared de su cuarto la reflejo: su figura delgada y sus piernas largas le hacían ver ese encantador vestido de encaje negro casi perfecto, su cintura pequeña, su rostro ovalado y bien perfilado le brindaban una belleza indiscutiblemente envidiable. Y eso era exactamente lo que más le gustaba de sí misma.

Esos grandes y hermosos ojos azules le devolvieron una mirada llena ilusión y se sintió tremendamente feliz.

Se alegraba de tener todo eso que la vida y el destino le brindaban en ese momento. Una vida llena de lujos y comodidades, junto con un novio que la amaba con locura.

Kagome salió de su habitación buscando solo a una persona de todas las que en ese instante se encontraban en la sala de su enorme y lujoso penthouse.

La anfitriona de la fiesta era Naomi Higurashi la madre de Kagome. La modista más importante de los últimos años había ganado gran fortuna con su visión en cuanto a ropa interior se refería. Tenía tanto dinero en sus cuentas que podía darse el lujo de brindar tamaña fiesta.

– Kagome, cariño–.

Volvió su cabeza hacia la voz de su madre, quien se acercó a ella junto con una de sus socias.

– Mírate, te ves increíble con uno de mis diseños–. Dijo sonriendo Naomi.

– Gracias–.Kagome sonrió.

– La próxima vez, procura ajustarlo un poco más–. Sugirió guiñándole el ojo dulcemente.

Kagome contemplo el rostro hermoso de su madre. Sus ojos color chocolate eran una tentación para cualquier hombre, y a pesar de que Naomi ya no era una jovencita, su belleza seguía presente en su carisma y su porte.

– Lo tendré en mente–. Dijo siguiendo su camino para buscar lo que ella siempre pensó que la complementaba... Inuyasha.

S:S:S:S:S:

La música penetraba sus odios como taladros. La conversación entre todas esas personas ya lo tenía cansado. ¿Pero qué podía hacer? ¿Gritar? ¿Llorar? ¿Reír?

– No–. Se dijo. –Soy muy bueno para hacer eso.

– ¿Y dónde piensas entrar a estudiar?–. Le pregunto ese hombre viejo que llevaba más de media hora hablando con su padre. –Falta poco tiempo para escoger una carrera.

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