CAPÍTULO 5: DULCE PECADO.

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Autoras: Marzelinefilth y ElizabethShane

Desde que hizo las paces con Sango, se dio cuenta de dos cosas sobre Inuyasha: Que puso distancia en su relación, y que ya nada sería igual entre ellos. Kagome lo amaba, pero su lejanía la hacia pensar en no continuar su relación.

Al existir ese desapego, parecía que Sesshomaru decidió colarse en su ser. Ella no lo invito, simplemente se filtró y pareció no querer irse.

Un día, él decidió sentarse detrás suyo en una clase de Economía, mandando al diablo al pobre de Amari Nobunaga quien tenía su asiento designado allí. Cuando finalizó la sesión, solo le susurro: –Parece que ya estas mejor–. Así como lo dijo se fue. Ahora, se sentaba allí siempre durante esa clase.

Por su parte ella estaba haciendo lo posible por volver a ser la antigua y renovada versión de sí misma. Dejo atrás muchas cosas, pero fue para su crecimiento emocional. Poco a poco se sentía mejor, la gente a su alrededor lo notaba, incluso hizo las pases con su madre. Todo estaba cambiando, haciéndola dudar si el mundo era un lugar más feliz.

Se percató que cada día que pasaba le afectaba menos el comportamiento desinteresado de Inuyasha.

Pronto llego octubre y no se hizo esperar las votaciones en la sociedad de alumnos sobre el próximo evento: la mascarada anual de Halloween.

Kagome se sintió muy emocionada, le encantaban los bailes; pero ya tenía su agenda a reventar y su cuerpo le exigió descanso. En esa ocasión estaba en las bancas de la escuela trabajando con el listado de cosas que harían para el evento, y durante un minuto se quedó dormida, con su cabeza apoyada sobre su mano, como si estuviera pensando en algo muy importante.

Sesshomaru se acercó, le dio un vaso de café con mucha crema, como a ella le gusta, y se sentó a su lado. Eso la hizo dudar de cuanto tiempo en verdad se quedo dormida, y en vista que él no le dijo, no toco el tema.

– Estoy un poco estresada, si la escuela decidiera darme más dinero, no me dolería tanto la cabeza.

Él le dio su celular, con el contacto de su padre ya en la pantalla. –Estoy seguro de que te ayudara. Dile que es una donación libre de impuestos.

Basto una llamada y todo sus problemas se solucionaron.

Kagome no podía negar que la cercanía le gustaba, estaban volviendo a convivir como antes. Lo extraño, es que delante de otros, ellos mantenían a raya su comportamiento, pero cuando lograban tener minutos a solas, parecía que él se volvía una persona más relajada, como si quisiera hablar de todo con ella. Incluso los momentos de silencio no eran incomodos, como si no fuera necesaria la comunicación verbal para saber que estaban bien.

¿Eso era algo bueno?

– ¡Higurashi! –. Grito su entrenador de Lacrosse.

Kagome reacciono justo en el momento en que la pelota golpeaba contra su frente. Sintió que cayó de sentón, y una de sus compañeras la ayudo a levantarse.

Escucho el pitido del entrenador para detener la práctica. –Vete a la enfermería, Higurashi.

En verdad no le dolía mucho, sabía que el entrenador prefería perder a una de sus jugadoras durante la práctica en lugar de una demanda. Sin cambiarse de uniforme, se dirigió a la enfermería, donde le dieron unas cuantas pastillas para el dolor y un compresor con hielos. Se recostó en la camilla, quedando inclinada y solo espero a que la enfermera le diera instrucciones, pero esta salió del lugar sin decir nada.

– Eso te pasa por ser una despistada.

Giro para ver como Sesshomaru caminaba hacia ella, traía una manzana roja y agua embotellada en sus manos. También venia de practicar, su uniforme de tenis le sentaba de maravilla y su cabello platinado estaba suelto.

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