CAPÍTULO 13 (II) DESCENSO

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PARTE II

— Detenlo…

La voz aguda y quebrada de su esposa se volvió un grito. Pero, Naraku no se inmutó. Siguió observando cómodamente desde el sillón como Inuyasha no dejaba de penetrarla.

Ella lloriqueaba de dolor, intentando escapar de esas feroces embestidas.

— Por favor…

Naraku no hizo nada, porque le daba placer ser el director de esa grotesca escena.

Ella volvió a gritar, e Inuyasha le enterró la cara contra la almohada. Kagura forcejeo, sus gemidos se volvieron gritos ahogados y sus manos apretaron las blancas sábanas. El orgasmo intenso de Inuyasha explotó con un gruñó desde la profundidad de su garganta, como si fuera un animal.

Con una sonrisa en sus delgados labios, Naraku se acercó a la cama.

— Oye…

Movió a Kagura con cuidado, estaba inconciente. Le beso los labios, como premio de su esfuerzo.

Miró a su sobrino, que intentaba bajarse de la cama, pero tropezó cayendo de rodillas porque aún tenía los pantalones enredados en los tobillos.

— Inuyasha.

El chico ni siquiera podía tener los ojos sobre los suyos.

— Mira lo que le hiciste a mi esposa.

— ¿Esposa?—. Balbuceo y de pronto se quedó pensativo. — No. Yo no…

— La violaste.

Asustado por las palabras, negó con la cabeza.

Naraku lo ayudó a ponerse de pie y le subió lentamente los pantalones. Aprovecho en acariciarlo, maravillándose por como el chico se ponía duro de nuevo. Se detuvo antes de arruinar sus planes.

— No te preocupes, tío Naraku está aquí para ayudarte.

Inuyasha era tan hermoso, y le recordaba mucho a Toga. No pudo evitarlo, deslizó su mano caliente sobre el tórax fornido hasta alcanzar a tocarle los labios.

— Yo solucionaré todo.

Y le lamió la boca, dejando escurrir un hilo de saliva que se rompió al separarse.

Naraku sonrió cuando el muy patético de su sobrino se hizo para atrás y cayó de sentón, se arrastró como un animalito al estar acorralado por su depredador, pero se detuvo al chocar con la pared.

— Tranquilo, no te haré nada que no quieras.

Se arrodilló hasta él y lo sujetó con fuerza por la muñeca. Sintió a Inuyasha temblar con su tacto.

— ¿Tienes miedo?—. Se rió. —No te voy a lastimar. Lo único que quiero, es llevarte a casa, ahí estarás bien.

Acto seguido se volvió a acercar para darle un beso.

Jamás espero que la reacción de Inuyasha fuera darle un golpe tan fuerte en el pómulo que lo tumbó de espaldas.

Lo vio aventando dos puñetazos más al aire.

Naraku se levantó, intentó aplicarle una llave por la espalda, sujetarlo con un brazo alrededor del cuello, pero el menor de los Taisho logro safarze.

Con impotencia logro ver, como el bastardo salía corriendo de la habitación.

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— Huyó. Lo lamento.

Sesshomaru escuchó la descripción detallada de Kikyo sin atreverse a interrumpir, analizando cada detalle que le diera una pista de dónde diablos estaba su hermano.

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