Capítulo 5// Sana y salva.

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—¡Emma, tu padre te está esperando abajo! —grita mi madre desde el pasillo.

Me levanto rápidamente de la cama y me meto en el baño para lavarme los dientes a una velocidad máxima. Salgo corriendo de mi habitación y bajo las escaleras. Ni siquiera me molesto en cambiarme o peinarme porque al fin y al cabo es mi papá.

Llego a la sala y en el centro está mi padre de pie hablando con mi madre.

—¡Papá! —Él se voltea y yo me lanzo a sus brazos. Papá me recibe con gusto.

—Mi niña preciosa —me saluda, abrazándome fuerte como cada vez que nos vemos.

—Hace días que no venías a verme.

—Lo sé, amor. He estado absorto con el trabajo.

—Entiendo.

—Pero vine a recompensártelo. ¿Qué te parece si vamos a almorzar juntos?

—Me parece que me lo debes.

—Ve a cambiarte, pues.

—Regreso en un momento.

Salgo de la sala y subo rápido las escaleras. Recorro el pasillo prácticamente corriendo y en este me topo con el idiota de Aleksei.

—¡Oye, ten cuidado por donde vas! —me reprocha él.

—¡Tú también, pesado! —grito en respuesta y me meto a mi habitación.

Me pongo ropa más presentable con unas zapatillas deportivas y hago una coleta en mi cabello para que no me estorbe. Luego regreso a la sala.

—Ya estoy lista —anuncio.

—Andando, entonces —dice y se voltea hacia mamá—. Hasta luego, Jane —se despide con una sonrisa.

—Hasta luego, Matt —le devuelve ella de la misma forma.

Mis padres se divorciaron hace casi cinco años, yo tenía 13 años cuando pasó. Pero ellos nunca se guardaron rencor, su ruptura fue muy pacífica. No hubieron peleas ni gritos ni nada de eso. Luego de darle una segunda oportunidad, se dieron cuenta de que ya no sentían el mismo amor del principio y decidieron no forzar las cosas.

Tres años después, papá se casó con una mujer llamada Andy. En cambio, mamá se dedicó a su trabajo y no quería nada con nadie. Ella y la esposa de mi padre tienen una relación de maravilla.

Por mi parte, me afectó al principio su divorcio, como a todos. Pero luego entendí las cosas y las acepté sin tantas vueltas ni tanto dolor de cabeza.

La vida sigue y yo no me iba a quedar estancada en sufrir por el divorcio de mis padres, los cuales siempre van a estar para mí, apoyándome y cuidándome. Además, tenía otras cosas de las que preocuparme.

Papá y yo salimos de la casa, nos montamos en el auto y él empieza a manejar.

—¿A dónde siempre? —pregunta.

—Sí.

—Bien.

Papá maneja hasta estacionarse frente al restaurante "El Italiano". Desde que tengo uso de razón, hemos venido a este restaurante.

Me encanta venir porque el ambiente es relajado, la vista hermosa y a pesar que en la noche se veía muy lujoso, en la tarde se convertía un lugar casual al cual podías ir a comer con tu familia.

—Señor Cooper, señorita Cooper —nos saluda el recepcionista del restaurante, quien ya nos conoce de todas las veces que hemos visitado el lugar. Este nos dirige a una mesa con vista hacia la calle—. ¿Qué desean comer? —pregunta.

Las heridas que hay que sanar (Libro #1 de la bilogía "Sanando Heridas")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora