POV: Emma.
El sonido de la alarma me despierta, haciéndome saber que ya es hora de levantarme para ir al instituto.
Último año, el mejor y a la vez el peor.
Rendida, salgo de la comodidad de mi cama para entrar al baño de mi habitación y asearme. Tomo un corto baño, salgo y me visto con ropa cómoda pero linda.
Agarro mis cosas y sal6 de mi habitación, bajando la escaleras para ir a la cocina, donde de seguro ya me está esperando mamá.
Dejo la mochila en una silla y me siento en otra que está puesta en la barra de la cocina. Desde ahí puede ver a mi madre preparar el desayuno.
—Buenos días, cariño —saluda ella.
—Buenos días, mamá —le devuelvo.
—¿Lista para el día de hoy? —pregunta.
—Uno nunca está listo para estas cosas.
Mi madre suelta una pequeña carcajada
—En eso tienes razón.
Asiento con la cabeza soltando un suspiro mientras mamá sirve el desayuno en los platos.
Empezamos a comer en silencio, y no en uno agradable, más bien, era incómodo y cargado de tensión. Desvío mi vista del plato hacía ella y me fijo que tiene el ceño fruncido, está tensa y en su vista se veía la vacilación e inquietud.
Me parece extraño puesto que mamá muy pocas veces se muestra así y, cuando lo hace, es porque tiene algo serio o importante que decir. Así que decidi preguntarle.
—¿Pasa algo, mamá? Te noto tensa.
—Eh... sí, amor. Tengo algo que decirte, pero, antes que nada, quisiera pedirte que no te enojes ni te alteres, ¿sí?
—Sabes que mi reacción depende de lo que me digas.
—Sí, lo sé.
—Y entonces... ¿de qué se trata?
—Verás, se trata de tu tía Suzanne.
—¿De tía Suzanne? ¿Qué pasa con ella?
—Suzanne está remodelando su casa, pero no tiene dónde quedarse y como nuestra casa es grande, le dije que viniera a quedarse aquí, con nosotras.
—Entiendo. ¿Eso era todo?
—No. Lo otro es que no solo viene tu tía, sino que también viene su hijo Aleksei.
—Es una broma, ¿no? —cuestiono.
Por dentro, rezo para que no fuera verdad. No quiero que lo sea.
A mi mente se viene el recuerdo de la última vez que lo vi. Fue hace dos años. Él tenía 17 y yo 15.
Era un treinta y uno de diciembre, último día del año. Nuestras familias habían hecho una cena para despedir al año viejo y recibir el año nuevo.
Todos salimos al patio de la casa para esperar las 12:00 a.m y ver los juegos artificiales.
Mi padre se volteó hacía mi para hablarme.
—Em, ¿puedes ir adentro a buscar la caja de los fuegos artificiales que dejé en la sala?
Le hice un asentimiento de cabeza y me volteé para adentrarme a la casa. Me dirigí a la sala para buscar la caja de los fuegos artificiales, la cual encontré encima de una silla. La tomé en mis manos y me volteé para salir otra vez al patio, pero choqué con algo, más bien con alguien. Por suerte, sostuve muy bien la caja y gracias a eso no se me cayó.
—¡Joder, ¿estás loco?! —Levanté la vista para enfocarla en su cara y él giró los ojos.
—No. Estoy muy bien de mis facultades mentales, Enana.
—Por desgracia. —Ahora fue mi turno de girar los ojos—. ¿Se te ofrece algo?
—Solo vine a ver si necesitabas ayuda con la caja.
¿Escuché bien o ya estoy alucinando?
—¿Tú ayudando? Ay, por favor, no me hagas reír, Aleksei.
—No es ayuda.
—Ah, ¿no? Entonces ¿qué?
—Considerálo un favor. Sé lo torpe que eres, así que vine a evitar que hicieras estallar la casa.
—Gracias, señor Preocupado por la Humanidad —le dije con sarcasmo.
—De nada. Para eso estoy, ¿no? —me respondió con el mismo tono sarcástico que yo, solo que en él estaba plasmado ese semblante frío de siempre.
—Ajá. Bueno, aprovechando que estás aquí... ¿por qué no llevas tú la caja? Así te ahorras el tener que salvar la casa.
El me miró fijo a los ojos, vi vacilación en los suyos. Esos hoyos oscuros como la noches sin luna. Por un momento, me perdí en esa mirada misteriosa hasta que él habló.
—Claro. —Tomó la caja en sus manos y se volteó.
Yo aproveché el no tener la caja para caminar más rápido hacia el patio, pero en el camino él me puso el pie para trompezarme. Casi caigo si no fuera por que me sostuve de una silla.
—Si que eres torpe, Enana.
—Hijo de... —me corté para no insultarlo—. ¿Que no te cansas de joderme la vida?.
—No. Es... entretenido. Y lo que me entretiene no lo dejo tan fácil.
—Así que joderme te entretiene, ¿eh?
—Sí.
—Y por eso no lo vas a dejar de hacer.
—Eso fue lo que dije.
—Entonces, la única forma para que dejes de joderme es que desaparezcas de mi vida.
—Sí, pero eso no pasará.
—Te noto muy seguro.
—Que te queda algo claro, Enana —adviertió para luego decir—: No voy a desaparecer de tu vida dejándote el camino tan fácil. Cuando creas que el juego se acabó, yo vendré y te demostraré lo contrario. Ya te dije que joderte me entretiene y que lo que me entretiene no lo dejo ir así de fácil, así que no creas que te vas a deshacer de mí.
Me quedé atónita con sus palabras, no sabía qué decir.
Me sobresalté al escuchar el sonido del reloj, que marcaba las 12:00 a.m. A los lejos se escuchaban los fuegos artificiales en el cielo.
Él me miró a los ojos.
—Feliz año nuevo, Enana —susurró, se volteó y salió al patio de la casa.
Yo me quedé ahí, plantada en el mismo sitio, todavía procesando sus palabras.
Ahora él tenía 19 años y yo 17, y al parecer estaba cumpliendo su palabra de no desaparecer de mi vida.
—No es broma, Emma. Suzanne y Aleksei vienen a pasar una temporada aquí.
—Mira, mamá, no tengo problema con la tía Suzanne porque ella es un amor, ¡pero con Aleksei sí! Nos vamos a matar sí o sí.
—Pues aprenderán a convivir juntos. Y ya termina tu desayuno que se hace tarde. Después seguiremos hablando del tema.
—¿Sabes? Ya se me quitó el apetito. —Me levanto, tomo mis cosas y me dirijo hacia la puerta, ahí me despido de ella—. Adiós, mamá. Que tengas un buen día.
A continuación, salgo casi corriendo de la casa, cerrando la puerta tras de mí.
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Las heridas que hay que sanar (Libro #1 de la bilogía "Sanando Heridas")
AcakEmma, una chica "normal" se ve enfrentada a vivir con la mejor amiga de su mamá y con su odioso e insoportable hijo Aleksei. Aleksei, un chico "normal" se ve enfrentado a vivir en la casa de la mejor amiga de su mamá y con la insoportable hija de e...