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─Buenas~Canturreó Shindou mientras entraba al local, llamando la atención de algunos clientes, y siendo reprochado por Miyamura.
─Ah, veo que Koichi es igual de molesto contigo, discúlpalo por favor. ─La chica hace una pequeña reverencia hacia el azabache, quien sólo mira en dirección a su amigo.
Caminan juntos a una mesa alejada del resto, tomando asiento y dejando sus cosas de lados ─Voy a cambiarme para ayudar a mi madre, pidan lo que quieran. ─Y con un pequeño movimiento con la cabeza desaparece por la puerta que lleva a la parte trasera del establecimiento.
Un breve silencio toma presencia, Yasu se mantiene cabizbaja, siendo vista en todo momento por Shindou ─Deja de verme tan fijamente, me incomoda...
─¿Estás mejor, qué pasó? ─Ella sólo se encoge más en su sitio, removiéndose incómoda ─¿Qué hizo esta vez? ─Con esa pregunta un escalofrío le recorrió el cuerpo.
Suspiró, sintiendo el nudo en su garganta nuevamente ─... Descubrió a Sumi y... ─Su voz se quebró y tembló, pensó que ya estaba mejor, pero parece que estaba equivocada.
Las esmeraldas de Shindou brillaron con angustia, temeroso a lo que diría a continuación ─¿Qué...?
─No-No estoy segura ─Sollozó, los brazos de él la envolvieron en seguida ─, dice que lo regaló, pero... Tengo miedo de que lo haya dejado en cualquier lugar, ahora con este clima y todo lo que le puede pasar, yo, dios, me siento horrible, debí ser más cuidadosa. ─Enterró las uñas en sus brazos por la impotencia, insegura de si sus lágrimas eran de tristeza o rabia.
El teléfono de Yasu sonó, una llamada entrante, y si no era de Koichi sólo quedaba una respuesta.
─Es tu madre...
Asintió, ya lo sabía ─No quiero... ─Agarró el aparato y lo dejó sobre la mesa, finalmente contestó, poniéndolo en altavoz.
Antes de lograr decir algo la fuerte voz de su madre se escuchó ─¿¡Me puedes decir dónde estás!?, saliste de la escuela hace 37 minutos, Yasu te juro que si fuiste a buscar a ese condenado gato después de todo lo que hice por ti v-
─Estoy con Koichi... ─Susurró sin fuerzas avisándole, sentía ganas de vomitar.
Se aclaró la garganta y cambió su tono ─¡Oh!, ¿Koichi está ahí? ¿cómo estás querido? ─La dulce voz que abruptamente estaba usando ahora le daba dolor de cabeza, se dejó caer en el hombro del chico, agotada.
─Muy bien, gracias por preguntar señora Minori, lamento haber retrasado a Yasu, si la necesita puedo llevarla ya mismo a su casa. ─Respondió con naturalidad, acariciando con suavidad el cabello de su amiga.
Rió ─Sólo estaba preocupada por mi Yasu, no veo problema alguno si estaba contigo, mientras no llegue muy tarde puede seguir ahí.
─Bueno, voy luego... ─Se apresuró a decir ella antes de alargar la conversación.