No otra vez

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A veces ni tan cansada me siento, solo llego y tan pronto descargo y me recuesto la pesadez me abraza, tal y como si hubiera estado allí esperando por mí y contagiarme de sí.

Lo consigue muy bien ¿eh?

Pero me niego a irme con Morfeo muy pronto, así que sólo rondo por ahí o simplemente paso un rato en el teléfono.

A veces digo que esperaré unos 10-15 minutos y me duermo pero no lo hago, me quedo mucho más que eso.

Cuando lo logro los sueños llegan a mí, pero no pasa nada.

Aún.

Todo transcurre normal.

De repente, estoy despierta, como si nada, sin ni una gota de cansancio o somnolencia.

Nada.

Nada.

Nada, aún.

Reviso la hora, aún de madrugada.

Mi mente juega en mi contra y las preocupaciones me aturden, los pendientes, los deberes, los quehaceres de mi diario vivir aún sin ser realizados o completados me abruman.

Sobre pienso, de todo, por todo.

Entre esos pensamientos llegan las pesadillas, esas que me hicieron salir del mundo de los sueños.

Turbias, por cierto.

Mi cabeza empieza a doler, mi corazón late muy rápido, tantas cosas que hacer, tan poco tiempo, tan pocas ganas de seguir con la monotonía.

Y luego de unas dos horas o incluso más, caigo rendida nuevamente.

INSOMNIA COGITATIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora