NOSOTROS

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Una noche más, nosotros solos: él y yo. Una noche más donde yo bailaba en el escenario, con el suelo hecho trizas y en el techo un gran agujero, por allí se divisaba a la perfección las estrellas acompañadas de la luna llena.

Yo bailaba y él lloraba, sentía mi cuerpo tan liviano como una pluma, eso era lo único que sentía. Yo no podría mostrarme preocupada ante sus sollozos, ni triste ante sus agonías o quizá tratar de consolarlo en mis brazos porque, mi cuerpo solo se movía al ritmo del silencio que era roto por sus gemidos y gritos de dolor todas las noches, yo solo observaba como él envejecía cada vez más rápido, pero yo no.

Justo cuando el reloj del salón, que curiosamente era el único que se encontraba intacto entre todas estas ruinas daba las veintitrés horas con cincuenta y seis minutos, me sentía desaparecer pero de nuevo recordaba el por qué.

Recordaba que esa hora fue la hora de mi muerte y consigo la de muchas, muchas personas, recuerdo como todo volaba a mí alrededor, el suelo, el techo, mis colegas y el público. La explosión hace eco tanto en mi mente como en mis oídos. Recuerdo esa noche, la noche donde fui separada tan violentamente de mi vida, de este mundo y de él.

Y como cada noche presente acá, en este abandonado y destruido lugar, él se acerca al escenario y justo antes de mi desaparición besa el suelo y cita con el mismo amor, las mismas palabras que me dijo esa última noche, en nuestro último encuentro : "Te odio, pero me enloquece saber que no estés conmigo, así que... te amo." Sí, yo también lo odié, pero más allá de eso, realmente lo amé.

Del odio al amor hay solo un paso...

De la vida a la muerte, hay otro o... puede que ninguno.

INSOMNIA COGITATIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora