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Ann dejó a su hermano en casa y luego condujo de vuelta hacía la plaza donde había quedado con Law. Estaba ansiosa y se notaba. Y es que, a pesar de que ya le había besado, eso no había sido nada comparado con todo lo que quería hacerle.

Después de aparcar en un parking cercano y de esperar casi veinte minutos por llegar tan pronto al estar nerviosa, Ann vio al médico, el cual ya no llevaba su bata puesta, cruzando el paso de peatones. Su corazón empezó a latir mucho más rápido y lo hizo aún más cuando él la sonrió desde lejos. Cuando finalmente se acercó donde ella estaba sentada, Ann se levantó y se sonrojo al ver que él se burlaba de ella con su sonrisa.

—Eres un estúpido —dijo ella rodando los ojos pero entonces él rio y la acercó a él para luego robarle un beso.

No era su primer beso con él, pero Ann por un momento deseó que lo hubiese sido y no aquel maravilloso beso que le dio en el cuarto de la limpieza. Los dos fueron maravillosos para ella, no podía mentir. Pero este fue más largo, más romántico y, sobre todo, con mejor paisaje y no rodeada de botes de lejía.

Ese beso no fue el único que se dieron en la noche. Ni mucho menos. Hubo bastantes; demasiados a decir verdad. Era obvio que estaban muy obsesionados con los labios del otro- o al menos ella lo estaba. Hubo picos, besos en la mejilla, en la cabeza, algún que otro en que las lenguas jugaban entre ellas, o incluso alguna mordedura en el labio. Casi todo se hizo, y obviamente alguna mano se metió entre el vestido de Ann para luego acariciar el muslo de ella. Y es que Ann se cambió tras dejar a su hermano ya que no podía dejar pasar una posible oportunidad, la cual, al final, pasó.

Tras unas pocas horas, los dos se encontraban sentados en un banco de un parque no muy lejos del hospital. Estaba bastante oscuro, únicamente alguna que otra farola iluminaba el paseo, y no había a penas nadie paseando, excepto alguna que otra persona con su perro, pero eso no importaba, o al menos al médico, quien no apartaba su vista de la joven ni por un segundo.

—¿Te lo has pasado bien? —preguntó él mientras apoyaba su brazo en el respaldo del banco.

—Teniendo en cuenta que nos hemos liado al menos diez veces, sí, me lo he pasado muy bien —respondió ella sonriendo haciendo que el médico también lo hiciera.

A pesar de que se conocían desde hace nada, Ann tenía una sensación demasiado buena con Law. Eso sí, intentaba no compararla con la corta relación que tuvo con Lucci, y mucho menos quería pensar que todo iba a ser en vano ya que, al fin y al cabo, el médico le había mostrado que, como él había dicho, estaba atraído.

—Law —dijo ella para llamar aun más la atención del pelinegro—, lo he estado pensando y me voy a meter a medicina —habló cabizbaja incapaz de mirar al chico que le había metido la lengua hasta la garganta hacía diez minutos.

Él no respondió, obligando a que ella levantara la cabeza confusa y se encontrara con una mirada de compasión con una sonrisa.

Ann y él ya habían hablado del tema de qué hacer con su futuro mil veces y, en todas ellas, Ann sentía suficiente confianza para contarle todo lo que le pasaba por su estúpida cabeza. Pero, el no recibir una respuesta y qu e él le diera una simple mirada, hizo a Ann preguntarse a si misma si no debería hacerlo o si no debería ni haber sacado el tema en ese momento.

—Ann, deberías hacer lo que tú quieras —dijo cogiéndola de la mano y entrelazando sus manos—.Cualquier cosa que hagas sabes que me tendrás allí para apoyarte, así que no me preocupa en absoluto porque, igualmente, sé que tomarás una buena decisión.

Ann sonrió e intentó no llorar después de que el médico besara su mano y la volviera a acercar a él para darle un beso profundo el cual ella no rechazó.

Ann estaba aliviada de que, a pesar de las millones de veces que sacara un tema, él no se cansara de escucharla ni de mirarla.

—Pero una duda que se me pasa por la cabeza —habló él separándose por un momento mientras miraba a los labios de la joven y luego los desvió a sus ojos—,¿se puede saber cuándo has pensado sobre eso?

Ann rio.

—Mientras nos liábamos por quinta vez —respondió ella volviendo a unir sus labios.


Después de cenar en un ramen y de otra hora más en la que Ann dejó a Law en su casa pero en la que el médico intentaba que ella no se fuera hablando de cualquier cosa y coqueteando con ella, Ann llegó a casa a las doce de la noche. Antes de entrar a casa, recibió un mensaje del médico dándole las buenas noches, cosa que le hizo sonreír.

Al subir a su cuarto de silenciosamente para no despertar a los demás, Ann cerró la puerta y se comenzó a cambiar hasta que alguien picó a la puerta.

—¡Un momento! —dijo ella poniéndose la camiseta rápidamente para luego ir a abrir la puerta y encontrarse a sus tres hermanos.

Antes de que ella abrir la boca, los tres entraron en la habitación y la sentaron en la cama para que luego Sabo y Ace la atacaran con miles de preguntas sobre la cita con el médico, mientras que Luffy simplemente se sentaba a su lado mientras asentía con la cabeza haciéndose el duro.

Ella simplemente sonrió haciendo que los tres la miraran confundida.

—He decidido que voy a hacer medicina.

Luffy no tardó ni un segundo en lanzarse encima de su hermana para abrazarla y ella, mientras correspondía a su abrazo, miró a Sabo y a Ace con una sonrisa esperando que ellos estuvieran igual de orgullosos de lo que ella estaba de haber tomado una decisión después de tanta espera y por todo lo que había tenido que abandonar, de alguna forma.

Finalmente, los dos hermanos mayores abrazaron an Ann haciéndo que, conteniendo su emoción, les agradeciera y les dijera un "os quiero" en un susurro.

—Voy a hacer como que no he visto el chupetón del cuello —dijo Ace en tono burlón haciendo que Ann riera avergonzada.

OJOS GRISES [ Law x Lectora ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora