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Era un sábado por la mañana y la luz del sol atravesaba las cortinas grisáceas de su cuarto. Fuera, los pájaros canturreaban creando una melodía agradable pero algo pesada para una persona que ama dormir. Debían ser las diez de la mañana y el día en el resto del mundo avanzaba menos para Ann.

Ella se revolcaba en las sábanas intentando ignorar  a los malditos pájaros y a sus hermanos, que se oían a través de la puerta. Por un momento, maldijo a la naturaleza y a las finas paredes.

A los pocos segundos alguien picó a la puerta, y ella hizo caso omiso haciéndose la dormida.

—¡Ann!¡Sé que estás despierta!—gritó su hermano al otro lado de la puerta, pero ella seguía sin inmutarse—. ¡Ann! —volvió a gritar y se comenzó a abrir la puerta haciendo que esta vez ella se girara pero sin ser capaz de abrir los ojos.

—¿Qué quieres, Ace?—se quejó ella con voz ronca.

—Dios, vaya cara que me llevas... Deberías volver a hacerte la skin care routine esa de pepino que hacías cada mañana— dijo quedándose de pie delante de la cama.

—Te puedes ir a la mierda—soltó ella y se giró dándole la espalda otra vez.

—Es broma, idiota —susurró mientras intentaba que su hermana se levantara—. ¡Despégate de las sábanas de una vez!

—Las bromas a primera hora de la mañana no creo que le gusten a nadie y déjame en paz... Estoy muy cansada...— murmuró restregándose las manos por la cara.

—¿Cansada? Pues acuéstate antes en vez de tanto mensajear a tu novio por la noche— dijo él mientras se le dibujaba una sonrisa en la cara y su hermana rodaba los ojos.

—Cállate, ya sabes que no tengo... Sólo hablo con Koala.

—Ya, claro... —rió él—. Aun así, ¿no vas a ir a ver a tu hermano favorito en la final del campeonato de baloncesto?

—Mierda...— murmuró Ann esta vez incorporándose e intentando abrir los ojos—. Lo había olvidado...

—Pues venga, vístete y ponte guapa que quizá me das suerte y todo— dijo guiñando el ojo aunque su hermana no conseguía abrir los suyos.

—No soy tonta, ya sé que quieres que te diga que no necesitas suerte porque eres el mejor del equipo... —habló ella y consiguió ver como su hermano se reía por lo bajo antes de irse de la habitación.

—¡Eres la mejor!— gritó su hermano después de cerrar la puerta.

Ella bufó y fue al baño para asearse, intentando espabilarse un poco. Al rato, su madre la llamó desde el piso de abajo diciendo que el desayuno estaba listo.

Al bajar, entró a la cocina y saludó a sus dos hermanos, Ace y Sabo, ya con el plato vacío y a su madre adoptiva, Dadán, que desayunaban en la mesa de la cocina. Tras sentarse de un golpe al lado del rubio, este, al igual que el pecoso, seguía mirando el móvil sin hacer caso de la presencia de su hermana, hasta que esta suspiró.

—Buenos días, Ann—dijo su madre sirviéndole el desayuno y comenzó a mirarla de arriba a abajo—. ¡Pero qué guapa! Te encanta esa camiseta, ¿eh?

—Es la que le di yo del equipo— dijo Ace sonriendo y despegando por fin la vista del teléfono.

—¿Con tu nombre? No podías tener más ego... — habló Sabo mirándole burlón.

—¿Verdad que sí?—dijo esta vez Ann siguiéndole el rollo a su hermano mientras se comía las tostadas.

—¿Sois idiotas o qué? ¿A quién va a apoyar mi hermana sino?

OJOS GRISES [ Law x Lectora ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora