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El verdadero comienzo

Nos aproximábamos al lugar del castillo, y, aunque ya sabíamos que no había nada, decidimos callarnos y seguir adelante. Estábamos muy cerca, y de repente Rafa exclamó:
- ¡Qué frío hace aquí! - Mientras se acurrucaba con sus propios brazos.
"Qué raro", pensé yo: "antes se estaba bien aquí".

Al girar la esquina, encontramos de nuevo el bosque, aunque en un lugar donde no era posible divisar el castillo. "No está". Lo tenía claro. Cuando nos adentramos un poco, lo vi.
- Conque había desaparecido, ¿eh? - Preguntó de manera sarcástica Dani.
- Te juro que no estaba aquí -. Dije.
- ¿De qué habláis? - Preguntó Rafa.
- Nada, esta gente, que nos quería gastar una broma -. Tomó como la verdadera opción Dani.
- Bueno, nosotros nos quedamos aquí -. Prosiguió, refiriéndose con "nosotros" a él y a su hermano.

Todos nos aproximamos al castillo y miramos a su más alta cumbre.
- Es enorme -. Afirmó Rafa.
- Y tanto -. Apoyó Antonio.

Manuel se acercó a la puerta y comprobó si estaba abierta. Había un candado que solo dejaba abrirla un par de milímetros. Al parecer, había que buscar otra alternativa de entrar.
Nos dispersamos por ambos lados del castillo buscando ventanas rotas y métodos para entrar, y aunque, el castillo estuviera tan destruido, sus ventanas estaban intactas. Era extraño.
Al parecer, las únicas opciones que habían de entrar eran o rompiendo ventanas o derribando la puerta, aunque ninguno estaba dispuesto a hacer ninguna de las dos opciones. Romper el vidrio sería más factible, aunque nos podríamos cortar fácilmente. Aunque quedaba una tercera opción: entrar desde las ventanas del tercer piso.

- ¡Ni de coña! - Exclamé exaltado.
- ¿Por qué? - Preguntó Antonio.
- ¡Ahí vi a una persona! Paso de entrar por ahí.
- Bueno, de todas maneras no tenemos forma de subir -. Nos dijo.
- Tal vez sí -. Dijo Rafa de manera confiada. Cogió una de las enredaderas más duras que colgaban de las ventanas del lugar, e hizo varios intentos para colgarla de una de las ventanas. Lo consiguió.

- Bueno, ya podemos entrar -. Comentó Rafa, exaltado.
- No me puedo creer que vaya a hacer esto -. Me dije a mí mismo en voz alta.
Mientras tanto, Marco y Dani nos observaban desde la distancia, con una expresión preocupada. Antonio, que es el que más pesa, tiró de la enredadera y la tensó lo máximo posible, y comprobó que era dura y que el intento de Rafa por engancharla había sido un rotundo éxito.

- Bueno, subo yo primero -. Dijo Antonio.

Empezó la misión de entrada al castillo.

CERCA DEL PURGATORIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora