CERCA DEL PURGATORIO

8

Segundo piso

Bajamos al segundo piso. Era el castillo más cerrado que había visto en la vida. Por la derecha, había una pared mugrosa, en frente, una puerta tachada, y a la izquierda, una puerta abierta, pero extremadamente estrecha. El crujir de la madera en esa planta se hacía escuchar y se volvía incluso más imponente que en la tercera.

- Antonio, ¿tú vas a caber por ahí? - Preguntó Raúl, entre risitas.
- Hombre, creo... Sí, por ahí quepo.
- Dejadme entrar a mí primero esta vez -. Dije, pasando a liderar la marcha.
Pasé y era una habitación bastante espaciosa, tenía un sillón recubierto de telarañas, y a la izquierda, dos ventanas en perfecto estado, en frente del sillón, había una mesita de madera coja, una mesa grande en una esquina rodeada de sillas, y, al final de la habitación, un arco que la separaba de una cocina.

- Antonio, ¿me has respirado en la nuca, estúpido? - Preguntó con descaro Manuel.
- ¡Pero si estoy aquí! - Alzó la voz su hermano, revelando que estaba muy lejos de él.
- Pero si no hay nadie detrás tuya -. Afirmó Rafa al ver a Manu.
- Habrá sido el viento -. Dije en un intento de convencer a Manuel.
- Sí, será eso -. Se dijo.

Seguimos avanzando, pero la siguiente habitación estaba atrincherada por tablones con tornillos. Cuando estábamos empezando a irnos de la habitación, empezé a escuchar un Toc - Toc en la puerta.

"Toc" escuché por primera vez.
"Toc. Toc" escuché por segunda vez.
"Toc - Toc" empezaban a ser más frecuentes. El mundo a mi alrededor empezaba a oscurecerse, solo eramos la puerta y yo.
"Toc - Toc - Toc" cada vez eran más golpes seguidos.
"Toc - TOC" este último fue más bien un puñetazo a la puerta.
Cuando me di cuenta, había pasado de estar a unos 2 metros de la puerta a aproximarme a un par de centímetros de ella. Volví a la realidad.

- ¡¿Lo habéis escuchado?! - Pregunté exaltado.
- ¿De qué hablas? - Preguntó Rafa, que ya estaba en la puerta por donde entramos.
- Tío, ¡que hay alguien llamando! - Exclamé. Automáticamente, entre gritos falsos, corrieron.
- ¡Va en serio! ¡Creedme! - Dije intentando convencerlos.
- Erik, para de intentar meter miedo, no tiene gracia -. Protestó Rafa.
- ¡Pero...! - Exclamé mientras veía como salían uno por uno.
- Aquí hay alguien -. Me dije para mí mismo. Antonio se asomó por la puerta una vez más, y me preguntó que si iba a ir con ellos. No contesté.
Antonio hizo un gesto de no entenderme y se fue dejando detrás suya un rastro que me dejó estupefacto. Era entré confusión y terror. Tampoco entendía porqué me sentía así.

- ¡E - estoy aquí! - Se escuchó a través de la misteriosa madera de aquella puerta tapiada.