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Conexión

No me podía creer que me habían dejado tirado. Ni siquiera se acercaron a la puerta para comprobarlo. De todas maneras; ¿Quién me iba a creer? Seguramente nadie. Empezé a caminar más rápido progresivamente hasta que mi cuerpo se paralizó en medio de la habitación.

- ¡Estoy aquí! - Escuché una voz en modo de socorro, pero, no era la misma de antes. La otra era grave y rara, terroríficamente extraña. En cambio, esta, era más normal, incluso muy familiar. Me hablaba a mí.

- ¿Q - quién eres? - Pregunté reclamando su presencia.

- ¡Soy yo! - Volvió a exclamar.
- Dime quién eres -. Dije a modo de orden.
- Y-O. - Se escuchó un crujido de tablas detrás de la puerta. Esta empezó a temblar cada vez más fuerte. El suelo bajo mis pies no podía mantenerse estable. Mi cuerpo empezó a tambalear.

- ¡Erik! - Escuché entre las vibraciones del temblor. Me giré y vi a Rafa.

Por culpa de no haber tenido el cuerpo rígido en ese momento, me caí al suelo. De las sacudidas, el castillo estaba inclinado hacia la parte de la puerta, y yo, resbalando por el suelo desbordado hacia ese lado.
- ¡ERIK! - Escuché a Rafa gritar, mientras se acercaba a mí intentando mantener la compostura.
- Ven a mí -. Escuché la voz en la puerta, aunque, esta vez, yacía como la primera vez, nada familiar y completamente vacía.

- ¡Voy! - Gritó Antonio, el cual seguía los pasos de Rafa. Escuchaba como los tornillos de los oscuros tablones de madera se aflojaban poco a poco. Detrás mía, los dos chicos intentaban ayudarme, pero pensé que ya era demasiado tarde.

Vi como los tornillos del tablón superior caían y se dispersaban por el suelo, mientras algo detrás de esa puerta esperaba con ansias mi llegada. Yo era el elegido. Sentí como me miraba fijamente, aunque hubiera una puerta en medio. Por dentro, fallecí. No podía moverme, era como una pesadilla. Una de las malas. Solo podía observar como caía cada vez más cerca del portal con forma de puerta mientras este se abría, y escuchaba detrás mía los pasos angustiados de mis amigos intentando hacer algo por mí. Quería decir que se fueran, pero cuando abría la boca en un intento de emitir algún tipo de sonido, simplemente, me quedaba en blanco.

Vi como el tablón del medio colgaba de los dos tornillos de la derecha. Los de la izquierda, habían desaparecido entre la muchedumbre y los muebles que se dispersaban de manera alocada por toda la habitación. Si caía UN solo tornillo más, la puerta me daría la bienvenida a las llamas del Infierno.

CERCA DEL PURGATORIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora