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Apresados

- ¡ERIK! - Gritó Antonio mientras sacudía mi hombro con desesperación. Ya nada temblaba. Rafa estaba a mi otro lado.

- ¿Eh? - Por fin pude hacer vibrar mis cuerdas vocales.

- ¿Qué ha pasado, Erik? - Preguntó asustado Rafa, con un tono de alivio. Al mismo tiempo, yo recomponía la compostura.

- ¿Por qué te has tirado al suelo? - Rafa estaba extrañado.

- ¿Q - Qué? - Pregunté desconcertado.
- Venid, mirad esto... - Titubeó Manu frente a los ventanales de esas cuatro paredes. Me puse de pie con un gran esfuerzo y corrí detrás de todos los demás, alarmados. El cielo se teñía de gris ceniza. Una nube de tormenta, solo visible en las peores pesadillas, se ceñía sobre nuestras cabezas.

- Vámonos ya -. Dijo en un intento de persuadirnos Antonio.
- Pero si... - Traté de tomar el turno de palabra, aunque por desgracia, mis cuerdas vocales estaban congeladas.
- Esto nos va a caer encima -. Admitió Raúl, esta vez más serio de lo común.

- ¡Pero si Dani y Marco se han ido! - Exclamé, consiguiendo llamar su atención.
- Que te esperabas, ¿qué se quedarían esperando hasta que les lloviera? - Preguntó Manu retóricamente. No sería justo decir que nos habían dejado tirados, porque ellos no iban a entrar y de todas maneras les dejamos allí afuera. Ya se podía lograr escuchar las primeras gotas chapoteando sobre el húmedo pasto y hojas de árboles que rodeaban el edificio.

Se hizo el silencio. Antonio, ya apresurado en salir, fue el primero en dejar de captar su atención en las nubes para salir de la muchedumbre y humedad que les acompañaba en ese lugar. La lluvia se intensificó y se volvió un diluvio.  Esto provoco que el Sol se escondiera tras las furiosas nubes de tormenta, llevándose consigo también la claridad de la luz del día. En este preciso instante fue donde todos los móviles se encendieron al mismo tiempo, a algunos, sus padres les llamaban para volver a casa; otros, simplemente los encendían para ver la hora y también explicarles a sus padres que  no volverían hasta que la tormenta cesara. En mi caso, iba a llamar a mis padres por lo que estaba a punto de coger el móvil, pero éste empezó a sonar incluso antes de que mi mano alcanzara mi bolsillo. Mis padres tenían revelada mi ubicación mediante una aplicación para poder encontrarme.

- Erik, ¿se puede saber dónde estás? - Se alcanzaba a oír a mi madre, mientras mi padre murmuraba por detrás. - Estamos debajo de un portal, no podemos salir con la que está cayendo - fue lo único que habíamos planeado contar - ¡Pero si aquí me dice que estás en el bosque! - se podía distinguir su mezcla de cabreo y de preocupación. Entonces, lo único que se me ocurrió decir fue: - Pues no sé que le pasa a la aplicación, estoy en un portal, te voy a pasar una foto - me despedí rápidamente y colgué: tenía un plan, pero tenía que ser rápido.

Como una serpiente escurridiza y un águila con una sorprendente visión, baje estrepitosamente en mi galería para buscar una foto cualquiera de un portal parecido a los de mi zona, y la encontré más rápido incluso de lo que tenía planeado. La recorté para que pareciera una foto más casual, apuntando al suelo, y se la envíe. 

Este es un borrador de esta historia descontinuada y que no voy a seguir, quería subirla por si a alguien le apetecía ojearlo un poco por encima, mil gracias por el apoyo 🙌


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