El dulce olor de las tortitas recién hechas subió serpenteando las escaleras de su casa hasta colarse bajo la rendija de la puerta de su habitación. Su cuarto no tardó en llenarse con el acogedor aroma de un desayuno recién hecho y el lejano tarareo de su madre.
Jeongin sonrió levemente, aquella era una grata sorpresa, hacía más de una semana que no veía a su madre por las mañanas. Aunque, ni siquiera la expectativa de una reconfortante sonrisa maternal y un buen vaso de zumo de naranja recién exprimido, podrían alegrarle aquella mañana que parecía no poder ir peor.
A las tres de la madrugada exactas se había despertado por primera vez con un intenso dolor de estómago, algo parecido a un fuerte pinchazo en la parte baja de su abdomen. Eso sumado al infernal calor que sentía. Su ropa estaba empapada en sudor y su piel ardía como si estuviera a punto de combustir espontáneamente.
Intentó dormir de nuevo, y entonces, empezó el circo de las vueltas. Piernas sobre el cabecero, apoyadas en la pared, dobladas, estiradas... no había manera de encontrar una postura que le resultara cómoda. Nunca se había sentido tan extraño, cada roce con las sábanas se sentía como una intensa descarga eléctrica directa a cada uno de sus nervios.
No podía evitar jadear y ya no sabía si era por el calor o por el intenso dolor en su abdomen. Empezaba a plantearse llamar a emergencias cuando por fin consiguió dormir de nuevo. Fue un sueño ligero e intranquilo, y apenas una hora después sonó la alarma.
Se levantó de la cama con pesadez y arrastró los pies hasta la puerta. En algún momento de la noche, entre el calor, se había deshecho de sus viejos pantalones de pijama y lo único que cubría su cuerpo era una camiseta varias tallas más grandes de la necesaria que llegaba justo a tapar su ropa interior. Jeongin no se preocupó por eso, su madre no iba a asustarse y tampoco era como si alguien más fuera a verle así. Además de que antes debía preocuparse por su aparente fiebre desmesurada.
Bajó tambaleante las escaleras, sentía su cuerpo pesado, como si sus músculos estuvieran retorciéndose bajo su piel. El dolor en el abdomen no había remitido y, por algún motivo desconocido para él, tenía unas inmensas ganas de llorar.
— Buenos días, cariño.
Su madre parecía especialmente optimista y alegre aquella mañana, y le saludó con energía en cuanto le vió entrar a la cocina. Él habría deseado haber puesto algo más de ánimo en su respuesta.
— Buenos días.
El ceño de su madre se frunció automáticamente en cuanto vió las marcadas ojeras y la frente perlada de sudor de Jeongin.
— Cariño, ¿estás bien?
— Creo que tengo algo de fiebre...
Su madre se acercó preocupada y puso su mano sobre la frente de Jeongin, la diferencia de temperatura le provocó un escalofrío.
— Claro, hijo. Tú tienes un poco de fiebre y en la Estepa Siberiana hace un poco de frío. Corre a tu cuarto, hoy no vas a clase. Si no se te ha pasado mañana por la mañana, iremos al médico.
Jeongin no iba a quejarse, realmente se encontraba fatal. Por un momento se planteó hablarle a su madre de sus otros síntomas pero, en aquel momento, una visita al médico no le hacía demasiada ilusión.
— Cómete antes el desayuno, yo tengo que ir a trabajar —Jeongin asintió y su madre besó su frente—. Te quiero, hijo. Llámame si te encuentras peor, ¡y ponte unos pantalones!
Eso fue lo último que se escuchó antes del ruido de la puerta al cerrarse. Jeongin suspiró, su madre era una mujer todoterreno, no paraba ni un segundo.
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── alpha's owner !
De Todohyun + in ⚝ ¿puede un humano entender los sentimientos de un lobo que ha encontrado a su alma gemela? ¿puede una manada aceptar una unión poco convencional? quizá no todo es lo que parece, y el pasado siempre vuelve para mordernos. ⚐ 〞𝗮𝗱𝗮𝗽𝘁𝗮𝗰...