— Estoy bien, en serio. Esto no es algo por lo cual preocuparse. –Ambos niños bajaron la mirada con tristeza, sabiendo que era imposible que sea simplemente una enfermedad, cosas tan pequeñas no afectaban a seres superiores como los vampiros–
— Deberías dejar que el doctor de la familia te revise, solo para comprobarlo
Reiji habló mientras Shu asentía con rapidez, preocupándose por la desconocida que había salvado minutos atrás. Aquella mujer no paraba de llamar su atención desde que había defendido a Reiji de su madre, o cuando vio que podia controlar fácilmente a dos de los trillizos. Ellos eran los más alborotadores y caprichosos. Tal como la preciosa mujer que los había criado, Cordelia.
— Su padre se encuentra abajo, no quiero alarmarlo. Ambos saben como es él. –la mujer intentó tranquilizarlos nuevamente, sabía que la sola mención de su nombre les causaba cierto pavor –
— Padre puede esperar, su salud es primero –el rubio se negó inmediatamente, juntando valor para hablar–
— Prometo ir luego de que Karl se vaya, lo juro. También juro decirles lo que sucede –Ambos hermanos se miraron entre sí y asistieron, decidiendo dejarla ir –
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— Lamento hacerte esperar, Karl –el pánico inundó a la rubia momentáneamente al sentir los ojos del mayor mirándola juzgadoramente–
— Ese olor...–el rey vampiro hinchó el pecho, oliendo aquel alimento vital para vampiros –
— Fue un pequeño inconveniente, una criada no supo comportarse correctamente –la rubia hizo su mayor esfuerzo por sonar cruel, tirando una excusa que probablemente él no creería. El aroma claramente era suyo–
Las criadas la habían preparado rápidamente con esmero, todas sabían de la lucha entre las esposas. Y si su señora obtenía el favoritismo, ellas también recibirian un mejor trato.
— Ya veo. Me alegro de que hayas podido resolverlo, querida ¿qué te parece si damos una vuelta? –Adara intentó sonreír, asintiendo levemente y agarrando el brazo del mayor, el cual caminó con seguridad hacia el jardín, guiando a la femina–
Mientras, dos niños observaban desde la ventana. Codeandose cada vez que el otro intentaba acaparar más espacio.
— ¿A qué se debe su presencia aquí, Rey Vampiro? –la rubia habló, aligerando levemente el ambiente tenso que se había formado segundos atrás. Sin embargo solo pudo obtener una risa burlona como respuesta, lo cual logró erizarle los cabellos de su brazo. Había sido más encantador de lo que esperaba–
— ¿Ya no puedo visitar a mi esposa?
Su respuesta fue inmediata, por lo que la rubia sólo atinó a sonreír sarcásticamente. Cada vez le molestaba más no sabes que pensaba aquel hombre, ¿por qué la buscaba continuamente?
— No creo ser la única, Karl –Ambos miraron de reojo hacia el costado, observando a una elegante mujer mirarla con recelo–
— Eres la primera mujer que conozco que se atreve a lanzarme a los brazos de otra. –el albino volvió a sonreír, mirando el suelo e ignorando completamente el tema anterior –
