Después de cenar sus padres le ordenaron a Sandra que fuese a su habitación a dormir porque al día siguiente saldrían de paseo temprano por la mañana.
Y ahí se encontraba la pequeña, recostada en su cama, con su pijama de ceda, envuelta en esponjosas mantas rosas.
Sin poder dormir, haciéndose preguntas de la vida. Preguntas que una niña de 10 años no debería hacerse. ¿Qué es tener amigos reales? ¿Ir a las plazas de la ciudad? ¿Jugar con alguien que no fuese mayor de 30 años? ¿Por qué se sentía tan dichosa y a la vez tan sola?
Con pensamientos como esos Sandra calló en brazos de Morfeo.
(...)
Una voz llamado su nombre la despertó.
-Querida, despierta. Ya es hora.- la melodiosa voz de su madre fue lo primero que escuchó esa mañana. Y la cálida mano de su madre estaba sobre su espalda, frotando en círculos.
-Mamá, quiero seguir durmiendo. Por favor, estoy cansada.
-No, vamos. Debes ponerte bonita. ¿Qué te he enseñado?
-Que debo despertar temprano para vestirme y peinarme antes que los demás.
-Exacto. Mirame a mi, ya estoy lista.
La pequeña, pesadamente, abrió sus ojos y miró a su madre.
Rubia, alta, de piel blanca y suave, sin imperfecciones. Llevaba puesto un largo vestido azul cielo y tenía el cabello recogido en una trenza envuelta sobre su cabeza.-Está bien.- accedió adormilada.
Se puso de pie y caminó a su baño y tomó una ducha. Cuando salió ahí seguía su madre, de pie junto a la gran ventana, mirando al patio, llena de pensamientos.
-¿Mamá?
-¿Si?
-¿Qué hay detrás de los muros? Jamás he visto más allá del patio.
La mujer se giró a su hija. Esa pequeña mujer que llevaba su sangre. Notó en su mirada tristeza y eso la hizo sentir destrozada por dentro. Su niña nunca le había hecho esa pregunta, y aunque sabía que algún día lo haría, no estaba preparada para contestar.
-Querida, he dejado tu vestido de hoy sobre tu cama. Vístete y baja, te estaremos esperando en la recepción.
Katherine salió de la habitación y se apresuró a bajar las escaleras e informarle a su esposo lo que su pequeña hija había preguntado.
Minutos después Sandra bajó, con el vestido amarillo que su madre le había dado. Se veía hermosa, como una pequeña y hermosa Princesa.
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Always Be White And Pure
RomanceUna joven sin experiencia en la vida real es obligada a separarse de las personas a quienes llama Familia. Se le ha tratado como a una princesa, y aunque todas en los cuentos viven en un mundo de hadas, ella está en el mundo real. Se le han oculta...