El auto se detuvo en un elegante restaurante de comida francesa. Eso le recordó a la señora Picces, no le agradó el recuerdo.
Los tres bajaron del auto y entraron a la recepción, donde yacía un hombre vestido con smokeing y un bigote adornando su rostro.
Sandra tomó la mano de su padre para sentirse más segura. Todo ese cambio drástico la tenía mareada, eran sus primeros pasos fuera de las paredes de la mansión.
-¿Qué ocurre, pequeña?- le preguntó su padre antes de acercarse más al mesero.
-Me siento insegura, papá. ¿Usted sabe por qué somos los únicos al rededor?
Christian sabía la razón, había rentado todo el lugar para poder almorzar a solas con su familia, sin molestias. Incluso había ordenado que nadie se acercara a más de tres cuadras a la redonda.
-Es un día especial. Supongo que es mejor estar solo nosotros.- se inclinó hacia su hija, perdiendo su perfecta postura, y besó su pequeña frente.-No te preocupes, papá siempre cuidará de ti, no te sientas insegura cuando yo esté contigo.
La tomó en brazos y le dedicó una tierna mirada a su bella esposa. Juntos caminaron, Sandra aún en brazos de su padre, hasta su mesa. El lugar estaba desierto, solo ellos tres y los meseros.
-¿Qué te gustaría probar?- le preguntó Katherine a Sandra, quien se encontraba con la cara en la carta.
-No entiendo ninguna palabra de las que están escritas aquí, mamá.- respondió mostrando sus ojos sobre la carta. Los mayores rieron por el comentario de Sandra.
-Ordenaré por ti. ¿Te parece?- su padre le quitó la carta de las manos.
-Por favor, hágalo.
Después de ordenar, se encontraban comiendo. Al terminar cada quien sus platillos el mayor inició la conversación.
-¿Qué te pareció la ciudad?
-¡Me encanta! ¿Creen que podamos salir juntos más seguido?- preguntó emocionada por la idea.
Ambos padres se miraron con ojos tristes.
-Sandra, no lo sé. ¿Recuerdas que ayer te dije que nos tendríamos que ir de nuevo?
-Si. Dijo que se irían después de mi cumpleaños.
-Hija, tenemos que irnos antes. Este fue tu regalo de cumpleaños.
La pequeña se quedó callada, bajó la mirada y sus ojos se cristalizaron.
Se irían de nuevo, antes de su cumpleaños. Tal vez nunca estuvieran todo el tiempo pero en los días festivos siempre estaban. No los quería lejos más tiempo, los quería con ella. Ya no quería pasar sola más tiempo.-¿Sandra? Mirame, no seas irrespetuosa.
-¿Cariño? ¿Estás escuchando?
Sandra levantó el rostro, respiró pesadamente y dio un sorbo a su bebida.
-Mi cumpleaños es en dos semanas. Quédese hasta entonces, por favor. -suplicó mirándolos.
-Me temo que no es posible, debemos irnos en tres días.- habló Christian tristemente.
-¿Podemos retirarnos? No me apetece estar más tiempo aquí, quiero volver a casa, por favor.
-Pero íbamos a mostrarte más de la ciudad.
-No gracias. Este "regalo de cumpleaños" se ha arruinado.
-Sandra, no me parece esa actitud de niña malcriada.
-Padre, estoy dolida. Y sabe muy bien que no soy ninguna malcriada. Quiero volver a casa, a descansar. A sido mucho por un día para mí.
-De acuerdo, volvamos.
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Always Be White And Pure
RomanceUna joven sin experiencia en la vida real es obligada a separarse de las personas a quienes llama Familia. Se le ha tratado como a una princesa, y aunque todas en los cuentos viven en un mundo de hadas, ella está en el mundo real. Se le han oculta...