Capítulo 11: Egoísmo y control

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Después de casi una semana de reposo en la cama, en la que solo salía para bañarme y comer, mi cuerpo parecía encontrarse mejor. Los sueños lúcidos siguieron presentes desde el primer momento en el que caí dormida, toda mi energía se dedicaba a intentar descifrar los sueños y controlar mi fiebre. Fue cuando me puse en pie que descubrí algo curioso, la ropa que antes me había estado bien me quedaba visiblemente corta. Me vinieron a la cabeza las palabras de mi madre «vas a dar un estirón como sigas con esta fiebre». Jamás pensé que era cierto.

Esa mañana era capaz de caminar bien y erguida, con energía, quizá mi cerebro había asimilado toda la situación y dejó de negar la evidencia de mis orígenes; pero aún no había superado esa prueba que mencionó Eda. Puede que no fuera algo instantáneo.

—Vale, está claro que tanto reposo me ha jodido el horario. No es por la mañana, es de noche —protesté, llevándome una mano a mi cabello y recorrerlo como muestra de frustración y no, no tenía sueño.

Tomé un poco de hogaza de pan y salí, hacía tiempo que no entrenaba. Llevaba mis armas conmigo y dos cubos de madera con una tabla que me ayudaría a traer agua de manantial. Había escuchado a Edalyn decir que se estaba quedando sin ella y que era fundamental para preparar las pócimas, además de que la mejor manera de recogerla era ir por la noche y volver antes de que el Sol acabase con la influencia de la Luna sobre ella.

Me adentré en el bosque, siguiendo el mapa de papel que indicaba dónde se encontraba una cueva que albergaba un manantial subterráneo. Normalmente no era el camino que solía tomar, solo había caminado por ahí una única vez en la que acompañé a Edalyn a por flores y hongos concretos, así que no conocía el camino de memoria. Se notaba que el invierno estaba cada vez más próximo, esa noche era helada y la falta de nubes ayudaba a que el calor residual que se encontrase en la tierra y el agua pudiera esfumarse ya que no había nada que impidiera su movimiento. El aire frío purificaba mis entrañas y abandonaba mi cuerpo dejando aquel característico vaho. Necesitaría unos guantes, bufanda y gorro si pretendía seguir trabajando por las noches en invierno.

La quietud reinaba en el bosque, coloqué un par de trampas corredizas para ver si conseguía atrapar alguna liebre o conejo. Seguí avanzando por un sendero natural del que había desaparecido la hierba debido a la erosión y al paso habitual de la gente, parecía corresponderse con la ruta hacia la cueva. Cuál fue mi sorpresa al descubrir que para entrar a esa cueva solo había un agujero en la tierra y una caída de varios metros de profundidad. Tragué saliva, me tocaría ser creativa.

Lo primero que hice fue buscar algo seguro en lo que hacer un amarre para poder descender con una cuerda y no matarme en el intento. Ser humana en una tierra de monstruos nunca era sencillo. Había dos piedras de tamaño considerable, tan considerable que ninguna me servía ya que si ataba la cuerda ahí me quedaría sin metros para descender. Estaban lo suficientemente separadas para servir de apoyo perfecto sin crear tensión si colocaba la tabla de madera maciza que había estado cargando en uno de mis hombros desde que salí de casa. Anudé un extremo de la cuerda en el centro del tablón y el otro extremo lo dejé suelto, descendiendo con cuidado para ver hasta qué profundidad podía llevarme. Gracias a mi altura, me bastaba para llegar casi al suelo.

Tomé los cubos con una de mis manos, mientras en la otra enrollaba la cuerda para no perder agarre y ser más eficaz que bajar y subir varias veces. Una vez que estuve sobre terreno subterráneo firme y me volteé para observar mis alrededores, me quedé estupefacta por la belleza de las estructuras kársticas que se habían formado por la influencia de la lluvia en la roca caliza. Había estalactitas y estalagmitas creando un paisaje fuera de lo habitual, casi parecía obra de magia y el lago era, francamente, enorme. Junto a mi daga llevaba un candil que prendí para poder iluminarme y ver exactamente dónde podría recolectar el agua de forma segura.

The Human and The Beast (Lumity Medieval AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora