Capitulo 5: "Ladrones" Ticon

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En el camino escuchaba el sonido del agua impactando en el suelo.
«Clint, Clint. Ese sonido nunca acaba»
El eco no ayudaba. Cada vez se hacía más y más audible. Pero fuera del goteo del agua sobre la roca de la caverna, no existía sonido alguno. Toda la cueva permanecía en un silencio absoluto que solo el agua se atrevía a perturbar.
Seguí caminando, sumergido en mis pensamientos.
«Lidia, Lidia, ¡en qué compromisos me metes!»
Al decir verdad. No estoy obligado a ayudarla, pero me siento en el deber de hacerlo. A fin de cuentas, son niñas.
Yo seguía descendiendo por las escaleras entre las tinieblas. Mientras la luz de la antorcha dibujaba las siluetas de las sombras en cada gruta que pasaba.
«Solo me pregunto: ¿Qué pensará mi hermano sobre esto?, ese plan de ella, si sale mal, nos perderemos todos, y entonces no habrá esperanzas para nadie. Pero…, y si funciona…, ¿realmente funcionará?»
Los escalones se hacían cada vez más largos a medida que llegaba al fondo del subsuelo de la ciudad. En donde la oscuridad y la humedad son nuestros caseros y nosotros sus huéspedes. Reconozco que no es un lugar bonito, pero es perfecto para esconderse.
Una vez abajo, apague la antorcha que llevaba, en los charcos que se formaban en las paredes de la cueva, permitiendo al manto de la oscuridad cubrirme por completo. Pero en menos de 2 segundos ya se había hecho nuevamente la luz. Aparecía de las paredes y el techo, bajo el agua, en cada gruta, en cada estrecho, no existía rincón bajo Sender que no estuviese iluminado por aquellas luces de colores diversos. Al principio no sabía qué eran, y tal vez nunca lo hubiese sabido hasta que esa niña me lo contó.
«”Rocas fluorescentes”, así las llamo-recordé mientras las miraba al caminar»
«¿Cómo lo hacen?—le pregunté»
«Absorben y almacenan energía lumínica cuando son expuestas a cualquier fuente de luz, y la emiten en la oscuridad durante un largo periodo de tiempo—me respondió»
«¿Y si no son expuestas a la luz?—pregunte nuevamente.»
«No habrá forma de que vuelvan a brillar—fue su respuesta—. La luz de sus antorchas, les dan la oportunidad de brillar para que no sean solo frías rocas, sino, la esperanza de una cueva en penumbras»
«Ojalá tus dichos se puedan hacer realidad en las personas Lidia, ojalá Alis pudiera ver este lugar. Pero has cambiado tanto, que ya no sé si se puede confiar en tu juicio>>
«Lidia, niña inteligente y viva, hubo un tiempo en que fuiste Luz en mi vida, y ahora me siento responsable en devolvértela en su momento»
El camino me llevo hasta una puerta incrustada en la roca custodiada por dos guardias. Estos al verme se apartaron y me abrieron sin mucha demora. Al cruzar al otro lado me percaté de que no había mucha gente en la guarida. Solo los niños y algunos ancianos y mujeres. Avance algunos pasos y nadie me salía al encuentro. Al llegar a mi casa me encontré con que estaba vacía. «Algo no está bien»
Salí enseguida y justo en la entrada apareció alguien para recibirme.
—Señor Han Ling, que gusto que haya regresado, su hermano estaba preguntando por usted—dijo el mayordomo de mi casa.
—¿Dónde están todos Kanyo?—le pregunté inquietado.
—Están reunidos en el salón de reuniones—respondió.
—¿Cómo es que no supe de esta reunión?
—Fue de última hora.
«Típico de mi hermano, mejor no le molesto» —Dígale a mi hermano cuando termine de presidir que debo hablar con él—le dije y me propuse retirarme a preparar la escapada de esta noche.
—No es el Señor Taito quien preside—dijo, y me detuve perturbado.
—¿Que quieres decir?—le pregunté enojado—, ¿quién más presidiría una reunión sobre nuestro clan si no mi hermano?
—El Señor Xiao Kang—respondió, y yo me calle.
«Xiao, maldito Xiao»
—Puedes retirarte Kanyo, no requiero tus servicios.
—Como guste Señor. Después que Kanyo se fue salí, disparado al salón de reuniones rabiando y escupiendo maldiciones contra Xiao Kang.
«Xiao Kang, otra vez aquí. Y Kanyo lo llama Señor, ¿Cuántos más de los Ling lo llamarán así? Ese mal nacido. Con él aquí los del Kang crecerán en poder e intentarán humillarnos de nuevo. De cualquier forma, esto no es bueno. Si Xiao está aquí después de dos años, significa que los asuntos en Meridian ya fueron resueltos. Lidia tenía razón, el escenario está montado. Tenemos que actuar»
Llegué a la puerta del salón y la abrí sin esperar por los guardias que la custodiaban, cuando entre, mire hacia el frente, y ahí estaba él. Mis ojos chocaron con los suyos solo por unos segundos, pero aún pude ver en ellos la misma mirada de víbora traicionera y ponzoñosa que siempre había sido, no había cambiado en nada, seguía siendo el mismo maldito de siempre.
Entonces sentí una mano que me sujetaba el brazo y antes de darme cuenta ya tenía un cuchillo frío y afilado rosando la piel de mi cuello. Instintivamente, sostuve la muñeca de mi atacante para inmovilizarla y con la mano que me quedaba libre desenfunde mi daga y la presioné sobre el vientre de mi agresor.
—¿Crees que podrás hacerme un gran daño después de que te rebane la garganta?—dijo quien me intentaba cortar el cuello al notar la presión que ejercía mi mano sobre la de él? —Sigue intentándolo, a ver qué pasa—le respondí manteniendo mi daga firme y apoyando su punta sobre su vientre.
—¡Es suficiente!—gritó mi hermano—. ¡Xiao!, controla a tu hombre.
Xiao nos miró con esa sonrisa sínica que lo caracterizaba, y luego de saborear la situación con los ojos, respondió divertido.
—Kairo. Deja al pequeño, ¿qué no vez que estamos ofendiendo a nuestros anfitriones? El sujeto que me sujetaba y que Xiao había llamado Kairo me soltó al instante antes de empujarme hacia delante.
—Vamos a dejar algo bien claro—dijo mi hermano a Xiao en tono amenazante—, no volverás a amenazar a ninguno de mis hombres.
—¡Oh!, por supuesto jefe, tus hombres no sufrirán ningún daño de mi parte siempre y cuando no causen problemas—respondió él—. No obstante, me han llegado noticias volando por el aire, muy pequeñas, de hecho, yo diría que hasta poco confiables, porque…, simplemente no pueden ser ciertas, en fin. Me han llegado noticias hasta Meridian que en mi ausencia ha habido cierta insubordinación y rebeldía por parte de tu clan con respecto al mío. Y me gustaría saber de tu boca, y me apena mucho preguntarte esto, pero supongo que no debas temer, porque no debe ser cierto, pero, ¿es verdad? Mi hermano no respondió, se le quedó mirando con la mirada en llamas.
—Vale—continuo Xiao—, supongo que el que calla otorga.
—No sé a que te refieres con insubordinación—contestó mi hermano de pronto—, ¿aceptar humillación?, ¿aceptar malos tratos, crímenes contra nuestras mujeres y niños? Deje bien claro a tus hombres que tales cosas no pasarían conmigo a la cabeza del Ling.
—Sí, claro, por supuesto, y respeto mucho eso, y aún más el hecho de que ninguno de mis hombres haya sufrido ninguna muerte a causa de sus crímenes, como tú bien dices; ¡Oh!, pero ahora recuerdo, sí ha habido muertes, así que explícame, ¿que ocurrió exactamente con Katsuko?
—Fue encontrado muerto fuera de la ciudad, nada tuvimos que ver con su muerte.
—Por supuesto, y, ¿qué tal las operaciones no orientadas que los ladrones de Sender hacen en la Catedral y las casas de los nobles?, nuestros aliados nos están dando muchas quejas al respecto.
—Esas operaciones no son nuestras.
—No, son de la mocosa, ¿cómo era que se llamaba…?, ¡Ah!, cierto, Lidia. Me gustaría mucho saludarla, y volver a sentir el olor de sus cabellos castaños, ¡Cómo me pone el castaño!, y sus ojos, me pierdo en el dorado de su mirada. Creo que le haré una visita.
—¡Si la tocas te mataré!—amenacé a Xiao mientras clavaba mi daga sobre la mesa de madera.
En ese momento toda la asamblea mostró el brillo de su acero contra la luz de la cueva. Los del Kang sacaron sus espadas y los Ling también mostraron las suyas, cada quien en defensa de su Señor. Pero Xiao no, y cuando vi a mi hermano, no vi que ni siquiera llevase consigo sus armas.
—Bajen las armas—ordenó mi hermano sin perder la calma, y todos nos apresuramos a obedecer, e inmediatamente los del Kang también lo hicieron.
—Al decir verdad—continuo Xiao como si nada hubiese pasado—, la chica de la que me hablan, no pienso que sea la misma que la que recuerdo. Esta tiene los cabellos y ojos negros ¿Será una de sus hermanas?
—Esas niñas están protegidas por los ladrones, pero no trabajan para nosotros—contestó mi hermano.
—¡Oh!, ya no trabajan, ya veo, parece que la mocosa Lidia aprendió su lección. Pero su hermana sigue sus malos pasos, así que espero, que lo arreglen antes de que tenga que ponerle freno yo mismo, otra vez—dijo Xiao esta vez más amenazante.
Con esta última frase no pude dejar de apretar los dientes y las manos en un puño de la rabia al escuchar sus amenazas contra Alis.
—No tienes derecho a amenazarnos—le respondió mi hermano.
Xiao dibujo una sonrisa en sus labios antes de responder.
—¿Sabes que pienso?
Mi hermano no respondió.
—Que has olvidado por qué te presentaste ante mí sin armas.
Diciendo esto se escucharon ruidos en las grutas de la parte superior del salón, eran como el llanto de una mujer. Alzamos la vista y pudimos ver a uno de los hombres del Kang apoyando la hoja de un cuchillo en el cuello de la esposa de uno de nuestros hombres más intrépidos.
—¡No!, ¡suéltenla!—gritó el pobre hombre al ver a su esposa en manos de la muerte, e intentando llegar hasta ella para auxiliarla, se enfrentó con dos hombres del Kang derribándolos al suelo. Pero llegando a los andamios, una saeta se clavó en su espalda mientras subía, haciéndolo estrellarse contra el suelo.
La pobre mujer gritó desconsolada al ver a su marido sobre un charco de sangre que se formaba bajo su cuerpo inerte, y sus ojos, los del hombre, miraban por última vez a su amada en manos de sus enemigos.
Todos miramos de inmediato a Taito, mi hermano, esperando la orden de ataque, pero él no dijo nada, solo permaneció mirando a Xiao, quien, a su vez, le devolvía la mirada con una sonrisa en los labios.
—Salgan todos—dijo por fin mi hermano. Nadie osó desobedecer. Todos salieron, tanto Ling como Kang, abandonaron la sala. Solo yo permanecí junto con otros dos hombres de Xiao que esperaban a sus espaldas.
—¿No fui claro?—dijo nuevamente sin mirarme—, dije todos.
Eso fue suficiente para mí. Me alejé despacio a la puerta después de percatarme de que los hombres de Xaio también abandonaban el salón, dejando a mi hermano y a Xiao completamente solos.
Permanecieron algunos minutos dentro, no puedo decir que duraran mucho. Las puertas de la sala se abrieron y salió primero Xiao, sonriente, divertido. Me miró, y continuo caminando, como si yo no fuese nada más que escoria.
Luego salió mi hermano.
—¿De qué hablaron?—le pregunté, tan solo salió por la puerta.
—¿Hablaste con tu amiga?—me preguntó sin contestar mi pregunta.
—Si—respondí mirándolo de frente.
—¿Qué dijo?
—Dijo: “el escenario está montado”. Mi hermano calló y dirigió su vista hacia toda la amplitud de la cueva, en donde nuestro pueblo se escondía de la ley.
—Hermano—lo llamé—, Lidia es una niña, pero su plan es brillante, suicida, pero, ¿qué más podemos perder?
—La vida—me contesto.
—¿Qué vida?, ¿llamas a esto vivir?, en la oscuridad, bajo tierra, obligados a responder al pueblo que nos alejó de nuestro hogar, al que devastó nuestra tierra y provocó la muerte de nuestro padre. El mismo pueblo que nos obligó a llevar la vida de ladrones para responder a sus fines genocidas.
—Ticon—me llamó él mientras se inclinaba para verme a los ojos—, papá, conocía el precio que debía de pagar para mantener a nuestro pueblo unido, fuerte y vivo. Nosotros llegamos hasta aquí para entregarle al Kang el continente en sus manos, robamos, para provocar al pueblo y distraer a sus gobernantes de la verdadera amenaza. Una vez cumplamos nuestro objetivo, se nos devolverán nuestras tierras y regresaremos a casa. Ese es el precio de nuestra libertad.
—Libertad, ¿qué libertad? Cuando el mundo caiga, nadie será libre de su yugo. Papá sabía de lo que él era capaz, y nos trajo a un lugar en donde podríamos ganar poder para recuperar lo que nos pertenece.
—Lo que quieres es condenar a nuestro clan. —Lo que quiero es que comprendas de una vez que Sender es mi casa, Aren-Der es mi patio, y Airon, ahora es nuestro hogar. Luchemos junto a los pueblos de la tierra para protegerlo. Juntos podremos hacerlo. Creía que era eso lo que estábamos haciendo cuando comenzaste a desafiar a los del Kang, cuando comenzaste a plantarles cara.
—La sangre de uno de mis hombres corre en esa sala por mi osadía.
—La sangre de todas las buenas y valientes personas en estas tierras correrá si no los ayudamos. Lidia tiene un plan que nos podrá poner a todos en una situación ventajosa. El reino será nuestro aliado.
—Lidia solo quiere completar su venganza.
—¡No!
—¿No?
—No, ella solo quiere garantizar el futuro de sus hermanas en una tierra libre de guerra. Quiere encontrar a su madre, descubrir su pasado.
—Tu amiga te manipula, y nos llevará a todos a la horca.
—No, llevará a Xiao y a los del Kang a la horca—y dicho esto me propuse irme, pero al darle la espalda a mi hermano me detuvo con un grito.
—No irás a su encuentro, te quedarás de guardia aquí abajo, y si te mueves de tu puesto serás castigado como cualquier traidor ¡Es una orden!
Regresé y cuando hube estado de frente a él, le respondí:
—Así como fue en Fogos y en Marnia, será aquí en Airon, y tú serás responsable de la sangre que deje el Kang a su paso.
Lo dejé y entré en mi casa. Recogí lo que necesitaba para la operación de esta noche con Lidia e intente salir lo más rápido que pude, pero ya era demasiado tarde. Cuando intente salir por mi puerta, Konrar, la mano derecha de mi hermano, ya se me había adelantado, y detrás de él iban dos hombres del Kang.
—Tu hermano me envió para acompañarte a tu puesto de guardia. Seguramente querría asegurarse de no tener que castigar a su único hermano menor—dijo mientras miraba con curiosidad mi carga.
—“No creo que bayas a necesitar esa carga”, para una guardia—continuó.
Esa frase me recordó algo muy importante. —Claro que sí—respondí—, son mis dagas y cuchillos, no me negaras afilar mis cuchillos mientras realizó el servicio de guardia.
—No necesitas entretenimiento si estás guardando un lugar, dame eso—me arrebato mi bolso y se lo colgó a la espalda—. Vámonos.
Bajamos por las cavernas hasta la extensión del río que corría bajo tierra. Yo iba delante y Konrar iba a mi lado. Los hombres del Kang a nuestras espaldas. Avanzamos unos metros más antes de llegar a mi puesto, hasta que nos quedamos completamente solos.
—¡Ah!—protesté inclinándome a tierra.
—¿Qué te pasa?—me pregunto uno de los hombres del Kang.
—Una vieja lección en el tobillo, no puedo caminar, por favor ayúdame.
—Vamos levántate—me respondió él agarrándome del brazo.
Yo tomé un cuchillo oculto sobre mi tobillo y justo en el momento que me agarraba del brazo para levantarme, le clave la hoja completa del cuchillo en el costado derecho, y un corte más en la garganta para rematar. Cuando mire al otro hombre, ya Konrar se había librado de él.
—Por favor dime que todo esto ha sido una estrategia de mi hermano para despistarlos. —Ya lo conoces, es tu hermano.
—“No creo que bayas a necesitar esa carga”, ¿es en serio?, ¿no se te ocurrió nada más?
—Fue la única manera de hacerte entender, y funcionó bien.
—Más bien diría que fue una apuesta, si no lo hubiese relacionado con la carga que tenía al desobedecer y ser perseguido por mi propio hermano, nunca lo hubiese entendido.
—Ah, eso pensaste, yo simplemente di por hecho que lo entenderías.
—¿Es en serio?
—Como sea, debes irte y regresar a tu puesto antes del amanecer, yo me aseguraré de que no encuentren los cuerpos hasta tu regreso, trae contigo algo que relacione a la duquesa con las muertes de estos dos—dijo señalando a los hombres muertos—. Dile a tu amiga que los ladrones estamos preparados.
—No sabes cuánto agradezco esto amigo.
—Calla, toma tus cosas y vete—me dijo devolviéndome mi bolso.
Dicho esto nos agarramos de los brazos y nos separamos cada quien a su misión. Llegué a la superficie y corrí al lugar de encuentro. Avance por los callejones hasta la zona alta de la ciudad. No había nadie en las calles, solo silencio. Y de vez en cuando, algunos guardias que hacían la ronda de la madrugada. Llegué al punto y esperé la señal. Pero el tiempo corría y no había señales de ella.
Lidia había elaborado su plan por etapas, y cada etapa contenía sus objetivos principales. Esta es la primera etapa de su plan. Y su primer objetivo, es nada más y nada menos que la Duquesa de Sender. Y aquí la espero, en los tejados de las casas de atrás de la propiedad de la Duquesa.
La mansión de la Duquesa era una casa lujosa, de dos niveles, numerosas habitaciones, un despacho, biblioteca, cocina, salón comedor, salón de música, sala de estar y el gran salón. Estaba rodeada por un jardín y algunos guardas en los alrededores. Lidia le había comentado su plan a mi hermano y a mí. Sabíamos lo que tendríamos que hacer, y hasta ahora, no hemos hecho otra cosa más que seguirle la corriente hasta que decidiera iniciar su operación. Continuaba mirando por encima de la mansión de la Duquesa los tejados de al frente de la propiedad, esperando distinguir alguna cosa que use Lidia por señal. De pronto pude ver como un resplandor, un reflejo de luz, y sucesivamente una sombra moverse en la oscuridad.
«Es hora»
Tome mi arco y una flecha atada a una cuerda y la lance en inclinación hacia abajo, por dentro de la propiedad. Ate la cuerda y me lancé por ella hasta llegar a tierra. Una vez estuve en los jardines de la Duquesa, busqué entrar a la casa, pero mi atención se perdió en una sombra que se movía furtivamente entre la oscuridad de la noche. Me escondí para verla, y me percaté de que, al igual que yo, buscaba entrar en la mansión.
En el cielo no había luna como para ver quién podría ser mi acompañante, pero logre deducir quién era.
«¿Qué haces aquí?»
Me acerqué con el sigilo que solo un ladrón puede desarrollar durante su profesión, sin hacer el más mínimo ruido, ni siquiera respire; y mientras lo hacía, ella intentaba abrir una ventana de la casa. Cuando hube estado a pocos pasos de ella, vi que se detuvo.
«Se habrá dado por vencida»
Pero cuando menos me lo imaginé, me fue arrebatado mi cuchillo y sentí un golpe muy potente en el abdomen, tan fuerte, que me hizo caer. Y sobre mí, apareció el rostro de Alis iluminado por la luz de la Luna que dejaba pasar la dispersión de los nubarrones. —¿Qué estás haciendo aquí?—me dijo apuntando la punta de mi cuchillo al rostro. —Yo podría preguntarte lo mismo—le contesté todavía conmocionado por lo que había acabado de pasar.
—Yo pregunté primero, responde—gritó. «Esta niña nunca va a aprender a controlarse»
—Alis, por favor, los guardias te van a oír.
—¿Qué haces aquí?—me repitió en vos baja. —Estoy cubriendo a tu hermana, y en una misión—le respondí por fin—. Ahora, ¿serías tan amable de quitarte de encima?
Alis vaciló, pero a los pocos segundos cedió. Me levanté y recuperé mi cuchillo, la hice moverse a un lado, y con el cuchillo logré abril la ventana para entrar en la casa.
—Las damas primero—dije señalando el interior.
Entramos los dos y llegamos hasta el comedor.
—Entonces, ¿ya vas a decirme que haces aquí?—le pregunté.
—¿Por qué debería?, ¿me lo has dicho tú?—respondió.
—Te he dicho que estoy en una misión—dije colocando la bolsa sobre la mesa, que aún contenía algunos candelabros.
—¿De mi hermana?, ¿desde cuándo trabajas para ella?
—No trabajo para ella, colaboramos por objetivos a fines de nuestros intereses.
—No veo cuál podría ser el interés de Lidia en esta casa—respondió ella encendiendo las velas de uno de los candelabros con unos fósforos.
—Lo que te pasa es que no confías en tu hermana.
—¿Y debería?, después de todas sus mentiras.
—Estás siendo injusta. Lidia se desvive por ti y Elisa. No te imaginas lo que ha pasado, y ha sido capaz de hacer por ustedes.
Ella no respondió por algunos segundos. Se sentó en una silla a la mesa mirándome por encima de la vela.
—¿Qué ocurrió hace dos años?—preguntó al fin.
—No sé de qué me hablas—mentí al sentarme frente a ella.
—Hace dos años, Lidia desapareció durante un mes. Tú nos dijiste que regresaría pronto, que no nos había abandonado, y en efecto, regresó malherida y golpeada, ¿Qué fue lo que pasó?, o, ¿qué hizo?
Cerré los ojos y los volví a abrir.
—Eso solo te lo podrá responder ella, no yo. —¿Lo ves?, eres igual que ella, no confía.
—Es que no lo sé.
—No te creo.
—Recibí una carta de su parte diciendo que cuidara de Elisa y de ti hasta que volviera, y eso hice.
Ella no respondió, solo se levantó y camino hacia mí. Me levanté, pero ella me empujó hacia abajo, abrió sus piernas y se sentó sobre las mías.
—No importa—dijo acercando su boca a mi oreja—, hay muchas formas de sacarle información a los hombres.
—Es suficiente—dije.
—¿Qué?, ¿me vas a rechazar igual que ayer?—me pregunto desafiante, pero inmediatamente continuó con sus caricias.
—¿De eso se trata?, ¿por eso asaltaste la Catedral?
—Shuuu, ya no hables. Solo relájate—susurró.
Diciendo esto comenzó a besarme el cuello y a masajearme el pecho y los hombros por debajo de la camisa.
Cerré los ojos y me imaginé una vida junto a esta chiquilla malcriada.
Ella continuó con sus besos hasta que llegó a mis labios y nos besamos olvidando por un momento, en donde estábamos.
«Alis, ¿qué voy a hacer contigo, pequeña mía?, ¿cuándo fue el día en que me encantaste con tu dulce voz?, tu aroma, tu rostro, y tu alma rebelde. Pero debo parar este amor hasta el día en que estemos seguros. Mi niña, lo siento mucho»
—Es suficiente—dije arrojándola a un lado.
—Eres un maldito—me respondió enojada. Me levanté y me concentré en mi cometido. Dejando a Alis en el comedor, entre en la biblioteca y dejé sobre el escritorio lo que traía dentro de mi bolsa: Un maso de cartas unidas por una liga de goma. A su lado puse un vestido de mujer, y junto a él una carta más, unida a un pequeño puñal.
—¿Para qué es todo eso?—preguntó Alis, quien me había seguido hasta la habitación. —Mi misión—respondí guardando algunos documentos que tome de los gaveteros del escritorio.
«Estos documentos me servirán para falsificar su letra»
Justo en ese momento se escuchó un grito en el nivel superior, el sonido de múltiples cristales rompiéndose, y después, nuevamente los gritos de la duquesa llamando a sus guardias.
—Tenemos que salir de aquí—dije.
Tome a Alis por el brazo y la lleve al fondo de la biblioteca. Ella no me dijo nada, solo me siguió sin rechistar. Moví un cajón de su lugar y abrí una trampilla debajo de él. Baje a Alis y tras ella baje yo. Acerqué nuevamente el cajón lo más que pude a su sitio, y cerré la trampilla justo en el momento en que vi los primeros pies entrando en la habitación.
Las tinieblas de debajo de la mansión nuevamente dieron paso a la luz cuando encendí una vela que había en la pared.
—¿Qué es este sitio?—preguntó Alis mientras caminamos por el pasillo del subterráneo. «La curiosidad de esta niña la matará algún día»
—Un refugio—respondí sin mirarla.
—¿Cómo sabías que existía?—insistió.
—Alis, mientras menos sepas mejor.
Ella cayó por un rato, pero parecía furiosa, hasta que llegamos a la puerta que lleva a las cavernas de los ladrones.
—¿A dónde lleva esta puerta?—pregunto deteniéndose.
—Alis—la llamé—, te prometo que te contaré lo que debas saber en su momento, pero por ahora, no quieras saber más de lo que tu seguridad te permita. Por favor.
Ella avanzó por delante de mí y siguió dándome la espalda.
Caminamos en silencio el resto del camino por el laberinto de pasadizos subterráneos hasta llegar a una escalera en la pared.
—Hemos llegado—le dije.
—¿En dónde estamos?—preguntó mirando la trampilla de arriba.
—En mi casa, o mejor dicho, la tuya.
—¿Qué quieres decir?
—Que tu escapada furtiva nos hizo ahorrar tiempo a tu hermana y a mí. Será mejor que prepares tus cabellos rojos y cambies tu nombre; porque después de esta noche no podrás volver a ser la misma.

"Las huérfanas de Sender"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora