Quinto Capítulo.

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----- buenos días, omega Jeon, qué se le ofrece por aquí? ----- saludaba la misma beta que conoció en el evento de caridad

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----- buenos días, omega Jeon, qué se le ofrece por aquí? ----- saludaba la misma beta que conoció en el evento de caridad.

----- quise pasar a ver las instalaciones, mi alfa está pensando en hacer una contribución al orfanato.----- mintió, de hecho no tenía ningún motivo para estar ahí, de no ser por esa extraña necesidad de ver al cachorro de nuevo.

----- Oh, claro, por supuesto puedo darle un recorrido.----- dijo más animada.

----- ¿dónde están los cachorros? ----- preguntó, fallando al ser muy directo.

----- en el comedor, si gusta lo puedo llevar allí.

----- por favor.----- accedió.

La beta lo condujo por varios corredores hasta llegar a dos puertas en gris con ventanas redondas en la parte superior, la abrió con ambas manos y en un segundo pasó del silencio al ruido total. Varias voces riendo y jugando entre sí, pero los ojos del rubio buscaban desesperadamente a ese pequeño entre tantos otros.

----- son algo ruidoso, quiere pasar al otro comedor?

Jimin le regresó a ver.

----- ¿no están todos aquí?

----- Oh, no.----- rió ella.----- estos son los niños que están aceptados para las adopciones, en el otro están los otros niños que recién entraron al programa que ofrece el orfanato para hacerlos niños adecuados para una adopción.

Jimin asintió, siendo así, el pequeño al que buscaba no estaba allí.

Rápidamente pasaron al siguiente comedor, no había ruido, solo silencio.

Todos sentados ordenadamente frente a su plato, comiendo en silencio y otros solo moviendo con la cuchara la comida. Algunos mirando a las omegas que los vigilaban con temor y volviendo a comer, casi por obligación.

El ambiente era muy diferente al otro.

Incluso el color de las paredes.

Todo era sombrío y triste.

Jimin sentía que ese lugar lo estaba asfixiando.

Pero esa sensación desapareció cuando encontró lo que buscaba.

En una mesa lejana, siendo el único sobre ella, un pequeño rubio miraba triste su comida.

Jimin no supo cómo, pero sus pasos se aceleraron en esa dirección, sus ojos solo podían concentrarse en él, ni siquiera escuchó lo que la beta dijo al pasar a su lado. Llegó a la mesa y se agachó a la altura del cachorro.

Este agrandó sus ojitos al verlo, sorprendido.

El omega le sonrió cariñosamente.

----- Hola.----- sacudió su mano, el pequeño se lanzó a sus brazos feliz, adhiriéndose a su cuello y frotándose, para impregnarse del aroma del omega.

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