Décimo Capítulo

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—- Jimin por favor

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—- Jimin por favor. —- suplicó Jungkook al verlo bajar como los últimos días, sin hablarle o dirigirle la mirada, directo hacia el automóvil que esperaba listo para llevarlo a donde quisiera.

—- mi itinerario empieza a las dos, me aseguraré de estar puntual. — notificó con total formalismo en su voz, matando al alfa con unas palabras y esa actitud tan indiferente.

—- no es necesario que asistas sino lo deseas. —- añadió rápidamente comprensivo.

—- estoy cumpliendo mi parte, te pido que como lo estipulaste desde el principio, lo que necesites comunicarme sea a través de tu mayordomo. — indicó, caminando hacia la puerta.

Jeon a zancadas llegó hasta él, tocando su brazo, él omega negándose a verlo.

—- nada de eso quiero de ti, por favor deja de castigarme, te lo suplico. —- tratada de que le mirara y no conseguía nada, la desesperación se olía en el ambiente. —- te extraño, todo lo que hice al principio fue para alejarme de ti, para no caer ante tus encantos, para no desear tu compañía como lo hago ahora, Jimin, yo ya no puedo estar sin ti.

—- mientes. —- murmuró él omega, aún dolido.

—- te juro que no lo hago, sé que no confías en mí, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea para que me creas.

Él omega le miró a los ojos.

—- tu empresa.

—- qué? —- balbuceó Jeon, sin entender.

—- tienes hasta mañana para pensarlo. —- dicho esto, se soltó.

Y solo bastó unos pasos lejos para que la voz de Jungkook se oyera.

—- es tuya.

Jimin se detuvo en seco.

—- todo lo que tengo desde el día en que nos casamos es tuyo, no lo dudes ni un segundo.

—- si no es por la empresa.. por qué estoy aquí?—- se giró lentamente, los ojos llorosos. —- Que pieza soy en tu tabla de ajedrez, Jungkook?

—- la reina a la que necesito proteger.—- dijo sin dudar con sinceridad.—- eres lo mas importante en mi vida ahora, solo quiero que sepas eso.

Jimin volvió a él y lo abrazó con fuerza, puesto que el alfa no era el único que sufría lento y miserablemente al extrañarlo. El alfa lo besó y olisqueó casi desesperado, sus pulmones se llenaron del aroma del menor, fue placentero para su lobo, casi un gemido inaudible alcanzado por un suspiro profundo, levantándole mientras esté le rodeaba de la cintura, apretujando fuerte.

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