Oráculo

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Se separaron con dificultad. Les costaba dimensionar que su cuerpo fuera capaz de reaccionar de una manera tan explosiva hacia otra persona, como si tuvieran hambre del otro y no les quedaba más remedio que devorarse. Se miraron por unos instantes y Kanon partió a su habitación sin decir más. No supo qué lo impulsó a salir de ahí, pero lo agradecía a Poseidón, porque de otra manera hubiese terminado en algo más.

A la mañana siguiente, Kanon pidió un permiso para viajar a Delfos. Necesitaba despejar su mente y consultar a los dioses el oráculo. Sabía que si preguntaba a Poseidón, él daría respuesta, pero como todo hombre ciudadano de la polis donde vivía, tenía derecho a consultar el oráculo.

Viajó durante el día, llegó a tiempo al templo de Apolo. Consultó a la sacerdotisa que se encontraba ahí y la respuesta que obtuvo fue la siguiente:

"Los dioses presagian un quiebre en tus planes. Tu lealtad cambiará pronto; alguien cambiará tu destino para siempre. Podrás sentir el cambio en tu interior, no intentes impedirlo. Tu libertad está cerca. Lucha sabiamente".

Kanon escuchó esto algo desconcertado. Si bien tenía un plan (que no había dicho a nadie), no esperaba escuchar eso. Pero interiormente quería una respuesta a su inquietud con respecto a lo que sentía. Volvió a consultar a la sacerdotisa, y ésta preguntó a los dioses nuevamente.

"Te encontrarás con un ser humano que compartirá contigo amor sincero y pasión propia de una encarnación humana. Nada de lo que vivas con esta persona alterará el curso de los eventos que tendrás que enfrentar. Además, tendrás que tomar una decisión importante cuando el momento adecuado llegue: tomarás la decisión correcta".

¿Amor sincero? ¿con un hombre? No podía creerlo. Pareciera que nada de lo que él pudiera hacer impediría que las cosas ocurrieran. "Pasión propia de una encarnación humana"... Si fuera un dios, esto no le ocurriría. No, sí le ocurriría. Los dioses siempre se involucraban con seres mortales por los mismos impulsos. Si ellos hacían eso constantemente, entonces él también podría dejarse llevar por sus impulsos. No debería existir ningún impedimento... Excepto el dios de cabellos oscuros.

Regresó a casa confundido e inquieto. No se percató de que Sorrento lo miraba a lo lejos preocupado por su mal semblante. Entró a su habitación y se recostó en su cama, donde cayó en un profundo sueño.

Saga aparecía caminando hacia él desde la oscuridad absoluta.

"Hermano: busca el camino correcto. Aléjate de tus ambiciones. Sabes a quién pertenece tu corazón".

"Dime, ¿qué hago con Sorrento?"

"Vive. Estos impulsos te llevan a ser humano, necesitas serlo. Busca la pureza que te entrega el sentir. Entrégate a las emociones que te acercan a lo verdadero"

"¿A qué te refieres?"

"Eres un hombre, hermano. El amor es la fuerza más poderosa del mundo"

"Si lo hago, Poseidón nos castigará..."

"Ya sabes lo que dijo el Oráculo. Confía, hermano, confía..."

Kanon despertó sudando. Todas sus antiguas ambiciones parecían lejanas y dudaba. Una guerra se acercaba y sabía que tendría que luchar junto a sus compañeros... Junto a Sorrento... ¿Y si algo le pasaba? La idea de perderlo lo hizo sentir muy incómodo. Recordó aquel beso, su piel, el olor de su boca, la suavidad impregnada en todas sus formas... Juntos en aquella tina gigante, donde sus manos se entrelazaron, donde pudo ver aquel cuerpo desnudo. Era magnífico. Despertaba en él un apetito sexual incontrolable, su entrepierna palpitaba con violencia mientras sus ojos apretados viajaban en esos recuerdos a toda velocidad. Quiso recorrer su piel con sus manos, gimiendo con furia ante todo lo que sentía. No entendía porqué le excitaba tanto, pero necesitaba descargarse. Se revolcó en sus sábanas, deseando que Sorrento pudiera estar ahí. Oh, las cosas que le haría... Cómo sus manos no dejarían ni un centímetro sin acariciar. Lo envolvería entre sus brazos y lo penetraría tan profundamente...

Castigo divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora