Kanon despertó inquieto. Había soñado con Poseidón, sus tareas, su misión de poner a prueba a Sorrento como el nuevo General Marina. Y aunque estaba seguro de que era apto para el cargo, se sentía débil al pensar en él, no podía concentrarse.
Se levantó pensando qué podría ser distinto aquel día, se preparó para su entrenamiento y salió de su habitación. Caminó por el templo, fue el primero en incorporarse, y comenzó rápidamente su rutina. Cuando Sorrento llegó, le gritó a lo lejos:
- ¡Vamos a entrenar juntos hoy!
Sorrento no chistó. Se incorporaron y apoyaron mutuamente. Fue la primera jornada desde el ingreso de Sorrento que estaba entrenando acompañado, y eso lo hacía sentir algo nervioso, pero dentro de todo, bien. Además, no estaba entrenando con cualquier persona.
Kanon estaba gratamente sorprendido. Cada cosa que hacían, Sorrento mostraba que era capaz e incluso le igualaba en resistencia, así que, después de un rato, decidió probar fuerza nuevamente con él.
Esta vez, la lucha duró al menos 15 minutos. Ambos sudaban, sus hombros estaban enrojecidos con el roce de la piel. Los demás ya se habían cansado de mirarlos, era impactante la fuerza de ambos y no se podía prever esta vez quién ganaría. Sorrento se forzaba a mirar el piso, de otra manera, no hubiese podido mantener la concentración. No así Kanon, que no dejaba de mirarlo por completo, disfrutando el contacto a más no poder.
Terminó en empate, ambos decidieron que era suficiente. Los hombros les dolían, sus manos estaban entumecidas de tanto empujar. Se sentaron en una banca a beber agua, sudando como nunca en sus vidas. El cabello largo de Kanon se pegaba a su cara, su ropa empapada marcaba todas las curvas de su cuerpo bien definido. Algo similar con Sorrento, quien no era tan descomunal como Kanon, tenía un bellísimo cuerpo.
Kanon se daba un baño pensando en lo perdido que se sentía, cuando escuchó la voz de su dios:
- Kanon, Sorrento te iguala en fuerza y técnica. Es un excelente miembro defensor de nuestro templo.
- Así es, dios Poseidón. Ya estamos completos, podemos llevar a cabo el plan que desees. - dijo poniéndose de pie, haciendo una reverencia.
- Debo advertir que no debes distraerte.
- Sí, Poseidón. No te defraudaré.
- Haz lo que quieras, Kanon. Sólo procura no perderte. Tengo toda mi confianza puesta en tí.
- No pienso decepcionarte, Poseidón.
- No lo hagas.
Kanon se levantó. No lograba descifrar bien a qué se refería con lo que le había dicho, ahora se sentía más confundido aún. Era lógico además que el dios podía ver y escuchar todo... nada se le escapaba.
Era de noche. Sorrento no perdía de su mente - con extremo esfuerzo - la misión encomendada por Poseidón, de aprender el mapa del Cosmos, así que salió a caminar nuevamente para buscar la ubicación óptima para observar.
Mientras miraba, no dejaba de pensar en Kanon. Habían estado ahí, sentados hace algunas horas, conversando. Tanto había sucedido, tanto seguía sucediendo... Aquel entrenamiento, la mirada de Kanon en cada segundo que lucharon... Su cuerpo se derretía de deseo por aquel ser humano, se sentía ridículo y animal por no poder evitarlo.
Caminó a la habitación de Kanon, pasó por fuera, dispuesto a escuchar lo que tuviera que escuchar. No se oía nada. Decidió seguir caminando...
- ¿Pensabas que ibas a escuchar algo? - dijo Kanon saliendo de un pilar, sorprendiendo a Sorrento.
- Sí.
- ¿Por qué te interesa?
- No lo sé.
- Sí lo sabes.
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Castigo divino
Hayran KurguPoseidón ha escogido un nuevo guerrero que lo ayudará a proteger su templo. Su general del Atlántico Norte decide ponerlo a prueba... de muchas maneras. Personajes pertenecen al mundo creado por Kurumada. Sólo los tomo prestados para hacer esta hist...