Adormecida. Así es como se siente Lena: fría y tranquila. Resignada.
Mirando por la ventanilla el muelle atestado de gente, Lena se arma de valor mientras el coche reduce la velocidad. No es ningún secreto lo que siente por este viaje a Estados Unidos; le dejó clara su opinión a su prometido cuando éste compró los billetes hace más de seis meses.
"Querida, es el barco más grande jamás construido. Grandioso, insumergible. Llegaremos a Nueva York en el mejor transporte conocido por el hombre".
"No quiero ir a Nueva York, como bien sabrías si me hubieras preguntado antes de tomar esta decisión que cambiará tú vida".
"Los caprichos de una mujer no están en mi lista de prioridades cuando se trata de decisiones de negocios". Mon-El toma un trago de su brandy, su pelo engominado cayendo ligeramente sobre su rostro enrojecido mientras camina frente a ella. "Nos vamos a Nueva York. El mercado es mejor, nuestra boda ya está planeada, y quizás en mejor compañía aprenderás a obedecer a tu marido y a olvidar esos... devaneos tuyos".
Las mejillas de Lena se colorean. "Verónica no fue un devaneo...", comienza, levantándose de su asiento.
"Son una mala influencia para ti, estas amigas, mujeres que intentan actuar y estudiar como los hombres. Se acabará, Lena. Junto con tus otras asociaciones aquí. Ya he retirado tu solicitud de ingreso en Oxford".
Después de esa conversación, no se atrevió a insistir en el tema. Ella iba a ser enviada a América, le gustara o no.
Y definitivamente se inclina por lo segundo. Lena adora Gran Bretaña. Es su hogar, el lugar donde nació y el único lugar donde recuerda haber sido amada. Cuando los Luthor la adoptaron, se empeñaron en que dejara de lado su acento "provinciano" y la entrenaron para hablar como una dama americana de buena cuna en su familia de expatriados. Cada vez que se equivocaba, la castigaban. Y, por supuesto, después de que los crímenes de Lex llevaran a los interesados y a los abogados a exigir la mayor parte de la fortuna de los Luthor, fue castigada aún más duramente por cada transgresión.
Ahora se espera que tenga un buen marido, uno que pueda mantener a Lillian también. Su boleto, lo llama Lillian. Un pobre sustituto de Lex, pero la única esperanza que tienen los Luthor de salvar su posición. La felicidad, la libertad, la alegría... nada de esto es probable que forme parte del futuro de Lena.
Su inclinación por las mujeres siempre ha sido un secreto a voces. Mientras Lex cargaba con el peso del legado Luthor, ella era libre de hacer más o menos lo que quisiera, siempre que fuera discreta: Veronica, una amiga de la escuela de posgrado, había sido su última aventura, pero su madre le puso fin rápidamente. Lena aún no está segura de lo que hizo, pero sospecha que se trató de un soborno.
Había esperado tontamente que podría mantener esas relaciones incluso durante su compromiso. Al fin y al cabo, la mayoría de la gente que conocía había tenido relaciones extramatrimoniales en algún momento, pero, supone, cuando tu hermano se lanza a matar, la discreción y la privacidad se van por la ventana. Ahora, sólo tiene a Mon-El. Un anillo de compromiso. Una obligación de la que desearía poder escapar.
Lena nunca ha salido de Europa. Lillian ya ha eliminado con éxito todos los vestigios notables de sus orígenes de clase baja, y ahora su última conexión con su madre biológica se irá, cortada como un hilo mientras navega en el R.M.S. Titanic. Quiere luchar. Quiere llorar, gritar, exigir que la escuchen; quiere ir a Oxford y estudiar ingeniería y dejar atrás a su madre, a su prometido y esta vida superficial.
En cambio, respira profundamente y se pone su mejor máscara de Luthor. Su criada, Jess, le pone una mano suave en el brazo.
"¿Se encuentra bien, señorita Luthor?"
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Para hacer que cuente (SuperCorp)
FanficLos tonos fríos de Lillian siguen provocando la misma reacción desde que Lena era una niña, cuando sus lágrimas eran recibidas con fría indiferencia y duros recordatorios de que los Luthors no lloraban. Su cerebro se cierra, el pánico queda relegado...