Te desvaneciste entre las sábanas blancas de mi habitación.
Cogiste y te marchaste, me dejaste sola ante mi situación.
¿Qué hice mal? ¿Contarte mis pecados?
Quieres a una mujer perfecta y de eso no hay. Ni si quiera hombres.
Ahora ni me miras, ni me hablas, ni me saludas.
Ahora todo ha cambiado.
Quizá mi gran error fuiste tú.
Quizá yo estaba ciega y no pensé.
Quizá... Quizá... Quizá... Hay tantos quizás.
