♡6♡Adiós J

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Apoyo la cabeza, vendada, contra el cristal fresco del coche y observo las gotas de lluvia que se tiñen de rojo con las luces de freno del coche de delante, mientras mi madre conduce

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Apoyo la cabeza, vendada, contra el cristal fresco del coche y observo las gotas de lluvia que se tiñen de rojo con las luces de freno del coche de delante, mientras mi madre conduce. Han pasado dos semanas y sigo sin dar crédito a lo que ha pasado.

Había pensado que romper con ella sería el peor dolor que iba a sentir nunca, pero esto... Es imposible de arreglar. No puedo sacar una pulsera y hacer las pases.

Se ha ido para siempre. La enterraron en el cementerio local hace cinco días, en una ceremonia a la que no pude asistir, porque todavía me estaba recuperando.

Al llegar a casa, me quedo plantado bajo la lluvia, apretando contra mi pecho la caja de cartón que me han dado en el hospital. En el interior están los zapatos de vestir, los restos del traje, hechos jirones, y la pulsera de dijes pérdida entre el desorden, con los eslabones vacíos que nunca serán llenados.

De pronto deja de llover. Alzo la vista y veo un paraguas negro que se cierra sobre mí. Mi madre alarga la mano hacia la venda empapada de mi cabeza, pero se la retiro con suavidad. No quiero que me consuele ni me cuide. No serviría de nada.

-Necesito que estés bien-me susurra, sin apenas mover la boca

Bien

Como si fuera posible hallar el modo de volver a estar bien. Me dirige una mirada de preocupación, perforandome los ojos con los suyos mientras me quita la caja de las manos y se la mete debajo del brazo

Necesito estar solo.

Me equilibro con las muletas, avanzo renqueante hacia la casa y subo el escalón del porche, un poco mareado, tratando de no poner demasiado peso en mi fémur roto, que actualmente está sujetado por una vara de metal. Mi madre me ayuda a cruzar la puerta y avanzo en la línea recta, a paso de turtuga, hacia la puerta del sótano, ansiando una dosis de lo que me dieron en el hospital para poder difuminarme en el vacío. Las muletas repiquetean ruidosamente en el suelo a medida que voy avanzando, con un golpeteo firme y fuerte como el latido de un corazón.

-He pensado que quizás querrías quedarte arriba- dice mi madre a mis espaldas- te he preparado el sofá. Así no tendrás que preocuparte por subir y bajar a...

-Quiero estar en mi propio espacio- Respondo de manera tajante. Abro la puerta del
Sótano, la planta que ha sido mi refugio desde segundo año, y empiezo a bajar ruidosamente las escaleras, decidido.

Oigo a mi madre que viene tras de mí. Me agarra el brazo con firmeza hasta que mi pie pisa el último escalón.

-Espera cariño...-intenta decir, pero es demasiado tarde.

Enciendo la luz e inmediatamente veo los pequeños huecos en los lugares donde ella solía estar. Libros que faltan en la estantería, su manta favorita que ha desaparecido del sofá. Fotos que han quitado incluso en las paredes.

-Dónde...?- empiezo a decir mientras empujo la puerta del dormitorio y entro tambaleándome. Toco un clavo vacío el en lugar donde solía estar colgada la foto de Jennie
En el último año de instituto.

Todo este tiempo (adaptada- Liskook) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora