♡7♡ Lisa

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Durante las tres noches siguientes, después de que mi madre suba las escaleras para acostarse, hago guardia sentado en la silla de la sala de estar, atento a qualquier parpadeo de luz y a cualquier crujido de la casa. Pero no hay noticias de Jen. Ni de las mantas blancas y peludas ni de las mariposas azules.

Cada mañana, cuando suena el despertador de mi madre, los ojos prácticamente se me cierran y tengo que escabullirme con rapidez hacia el sótano antes de que me obsequie con una edición matutina de sus veinte preguntas.

A la cuarta noche, mi cabeza me está matando y cada vez me resulta más difícil mantenerme despierto. Entorno los ojos hacia el sofá vacío, intentando combatir el agotamiento. Es cierto que a jen le gustaba hacerme esperar. Es lo único a lo que me aferro. Lo único que me hace seguir adelante.

El reloj de la entrada apenas ha tocado la media noche, de modo que coloco la pierna roja sobre la mesita en un intento de estar más cómodo.

Me quedo dormido durante lo que parece una fracción de segundos, y cuando abro los ojos, el lugar vacío está ocupado otra vez.

Por mi madre

-Me quieres explicar que ocurre?- me pregunta con los brazos cruzados sobre el camisón de color azul marino.

¿Tengo que explicarle que creo haber visto el fantasma de mi novia muerta? La verdad es que no. Empiezo a sentirme ridículo de solo pensar en vocalizarlo.

Trago saliva para deshacerme de estos pensamientos absurdos y niego con la cabeza. Antes de darle ocasión se seguir fisgoneando, me levanto y me aleja cojeando por el pasillo, hacia el sótano.

-Jungkook-

El ruido de sus pasos me sigue suavemente. No estoy de humor para que me pregunten por algo que ni siquiera puedo explicármelo a mi mismo. Sólo sé lo que he visto. O al menos creo que lo sé.

Me deslizo hasta el primer escalón, esperando que se vaya. Descanso mi cabeza apoyada sobre la madera y mis ojos se cierran lentamente, pero un susurro me devuelve la conciencia, una voz llega desde el otro lado de la puerta.

Mamá.

-así perdí a tu padre- dice con suavidad- vi como se echaba a perder.

Me levanto lentamente y coloco la mano plana contra la puerta mientras ella sigue hablando.

-Oh, kook- suena muy triste.

Con un suspiro giro el pomo. Está sentada en el suelo con la espalda en la pared. Parece muy triste. De inmediato me siento fatal.

-¿Ya están bien tu viejos huesos entando ahí sentada en el suelo?- pregunto, con una leve sonrisa.

-Ja, ja.

Le ofrezco la mano y tiro de ella

-Muy bien, tú ganas. Me voy a la cama...- digo, empujándolo hacia las escaleras-si tú también te vas.

-te quiero. Estarás bien- dice mientras me estudia la cara indecisa, antes de apretarme un poco el brazo y alejarse en dirección a las escaleras.

.

.

Los días se confunden entre sí. Los mensajes de texto permanecen sin ser leídos; los envoltorios de comida llenan el suelo, una semana se convierten en dos; luego en un mes, y de pronto se ha evaporado el verano; el sol cada vez se pone más temprano. No me levanto de la cama por las mañanas. No hago nada. Me quedo tumbado, rechazando todos los intentos de mi madre para sacarme de mi habitación.

Las llamadas de mi madre a la puerta se hacen más y más frecuentes, como el crujido bajo sus pies deambulando al otro lado mientras me suplica.

-Estás ahí, sé que estás ahí-

Todo este tiempo (adaptada- Liskook) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora