¿Saben que es más peligroso que una princesa rebelde? Una princesa con una debilidad, una que verdaderamente ama; una por la que haría cualquier cosa por más bizarra que fuera. Realmente haría todo por esa persona.
Hasta destruir a su propia debilid...
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Desembarco del rey, 9 años.
Unos sonidos de metales de espadas se escuchaban en el aire chocando entre sí, creando un ruido escandaloso que a estas horas de la mañana era muy molesto para la pequeña princesa que yacia en su cama, haciendo que se despertara e interrumpiera su sueño de descanso y belleza, creando que se levantara con un humor digno de un dragón.
Humor perfecto para ir a entrenar con su hermano y tíos.
Aún era muy temprano, ni tan siquiera el sol había salido por completo. Extraño, se dijo a sí misma, ya que los entrenamientos empezaban después de la hora del desayuno.
Las criadas al terminar de bañarla, alistarla y peinarla se fueron dejándola sola, indicando que su amada madre le mandó a llamar para ir a desayunar con su respectiva persona y su padre.
Al recorrer los pasillos obtuvo cortas reverencias de parte de la servidumbre y guardias. Detrás de la pequeña peli blanca iba sir Herald Baratheon, el guardia que su padre Leanor había asignado para la intrépida Velaryon, justo cuando cumplió los cinco días de su nombre, hace cuatro años.
Se le fue asignado cuando a la hora de que su dama personal la fuera a despertar no la hallara en la cama ni en ninguna parte de sus aposentos. Mientras tanto, la pequeña, andaba recorriendo el castillo del brazo de un soñoliento y obligado Aegon. Según sus queridos padres la pequeña era muy escurridiza, por eso escogieron a sir Herald como su guardia personal. Para que la cuidara y persiguiera cuando se escapaba.
Al llegar al salón donde estaban sus padres estos hablaban plácidamente con el pequeño Lucerys de cuatro años entre los brazos de su madre, mientras este jugaba con las uvas en sus manos. La princesa se volvió y le agradeció a sir Herald por acompañarla hasta ahí, para después volverse hacia la entrada del salón y hacerse notar.
Al percatarse de su presencia sus padres la saludaron, recibiendo lo mismo de su parte. Pasó por el lado de su padre dándole un pequeño beso en la mejilla y después hizo lo mismo con su madre y hermano menor. Sentándose al lado derecho de la mesa, quedando frente a la princesa.
—¿Lista para tu entrenamiento con tu increíble guerrero?
La chiquilla rió ante lo dicho por parte de su padre. Él era el que le iba a enseñar hoy.
—Por supuesto, padre. Siempre estoy lista para pelear contra ti.
Ambos adultos en la mesa rieron.
—Daeys —llamó el pequeño Luke que aún no sabía pronunciar bien su nombre —, ¿cuándo podré entrenar contigo?
