¿Saben que es más peligroso que una princesa rebelde? Una princesa con una debilidad, una que verdaderamente ama; una por la que haría cualquier cosa por más bizarra que fuera. Realmente haría todo por esa persona.
Hasta destruir a su propia debilid...
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Desembarco del Rey, 14 años.
—¿Por qué lo hicieron?
Ambos niños saltaron en sus lugares tirando los juguetes de madera que tenían en sus pequeñas manos, parando inmediatamente de jugar.
—Nos asustaste.
—¿Por qué lo hicieron? —repitió su pregunta, ignorando el comentario del menor.
—¿A qué te refieres? —preguntó el príncipe Jacaerys.
—¡Saben a que me refiero! —alzó su voz, exaltada —. ¿Por qué le hicieron eso a Aemond?
Ambos niños se quedaron en silencio, bajando sus cabezas. Sabían que su hermana iba a venir hacia ellos con preguntas. Se cuestionaron porqué aún no le había dicho a su madre sobre lo que hicieron.
Pero la muchacha siempre los buscaba a ellos por respuestas, oyendo ambas partes de la historia para no crearles conflictos, habían estado mal, sí, pero no quería enojarse con ellos o que los regañaran. No le gustaba ver sus tristes rostros, ella siempre había tenido esa debilidad. Ver a sus hermanos tristes o sufriendo le partía el corazón. Ella haría cualquier cosa para no ver esas expresiones en sus caras.
La princesa se acercó a ellos, sentándose en el suelo, donde ellos estaban jugando. Los vió a ambos pidiendo respuestas.
—Nos pareció divertido.
Ella suspiró.
—¿Les pareció divertido a ustedes o a Aegon?
Ambos alzaron su cara, enfrentándose a la mirada dura de su hermana mayor.
—A Aegon le pareció divertido burlarse de Aemond, y a nosotros nos pareció la idea.
La chica alzó ambas manos y las pegó suavemente en la cabeza de sus hermanos, oyendo sus quejas. Se pasó su mano por la frente, empezando a enojarse con Aegon por ser tan idiota con su hermano. No entendía, nada de hecho. ¿Por qué hacía sufrir a su hermano? Son familia, deberían de estar unidos. Su familia era diferente a la suya, está más que claro. Su padre no les ponía la atención necesaria, a veces se olvidaba que él tenía más vástagos.
Tanto que había deseado uno, y ahora que los tiene no los valora.
Eso le dolía, muchas veces ellos no tenían en donde apoyarse y buscar el amor y cariño que un niño necesita. Buscando otras formas de llamar la atención, no muy buenas, como lo hacía Aegon. Su madre; una mujer muy religiosa y protectora parecía solo preocuparse por ellos cuando los hijos de la princesa Rhaenyra estaban metidos en algún problema con ellos.
Así que aquí estaba ella, Daerys. Tratando de ayudar a todos y no dejarlos solos. Sabía lo que se sentía estar acompañada y aún así sentirse sola.
—Hermanos —los llamó —, ustedes saben lo difícil que es para Aemond ser un Targaryen y no tener un dragón. Eso no es excusa para burlarse de él. ¿Si el huevo de Dragón del pequeño Joffrey no eclosiona ustedes se burlarían de él?