¿Saben que es más peligroso que una princesa rebelde? Una princesa con una debilidad, una que verdaderamente ama; una por la que haría cualquier cosa por más bizarra que fuera. Realmente haría todo por esa persona.
Hasta destruir a su propia debilid...
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Desembarco del Rey, 14 años.
Hoy, catorce años después de su nacimiento, su madre iba a dar a luz a su cuarto hijo. Aún no sabían su nombre, pero los tres Velaryon estaban emocionados por conocerlo o conocerla. Aunque después de ver que su madre tuvo a dos varones la princesa se resignó y entendió que su madre era muy buena teniendo hombres, y solo ella había tenido la suerte de ser mujer.
Aunque no se quejaba, le gustaba ser la única mujer entre sus hermanos, le gustaba molestarlos y defenderlos. También, al ser la mayor y la más fuerte, le gustaba compartir de sus conocimientos a sus hermanos menores. Y no negaba lo mucho que los amaba, a ambos. Aunque hoy, si los dioses lo permitían, iba a haber otro pequeño amor, alguien a quien iba jurar defender con capa y espada. Literalmente.
—¡Ve un dragón enorme y aterrador! —dijo Jace siguiendo con su rol en el juego.
Estábamos los tres en el suelo esperando a madre con sir Harwin Strong con nosotros, él estaba sentado en el sillón viéndonos jugar.
Oímos la puerta abrirse y observamos cómo sir Harwin se levantaba de inmediato viendo a nuestra madre entrar.
—Madre, ¡mira! —le habló Jace a la princesa apenas entró. Enseñándole el huevo del dragón que Luke había escogido.
Yo escogí el de Jace, Jace el de Luke y ahora el pequeño escogía el de nuestro nuevo hermano, o hermana.
—Madre —la llamé, acercándome a ella y abrazándola levemente, no quería lastimarla —. ¿Cómo te encuentras después de tu parto?
Ella me sonrió y me devolvió el abrazo, pasando su mano por mi corto y blanco cabello mientras besaba mi frente suavemente.
—Estoy bien, cariño —respondió dándome otro pequeño beso en la coronilla de mi cabeza —. Ve a ver a tu nuevo hermano.
Asentí y me acerqué a mi padre, viendo al pequeño intruso que estaba entre sus brazos.
—Escogimos un huevo para el bebé —dijo Luke.
—Oh. Eso parece ser perfecto —respondió mamá con dificultad.
El pequeño intruso era lindo y dolorosamente tierno.
—¿Puedo cargarlo, padre?
Él me asintió dándome permiso y entregándomelo con sumo cuidado.
Lo agarre con delicadeza entre mis brazos. Apenas lo vi supe que lo iba amar tanto como amo a mis otros dos hermanos menores. Cuando vi a Jace por primera vez, aunque aún era muy pequeña lo amé como nunca había amado. Era muy pequeña para saber que era el amor, pero madre me lo trató de explicar y en definitiva era eso lo que sentía por mis pequeños hermanos y padres.
Así fue cuando nació Luke, prometí amarlos y cuidarlos mientras estuviera viva. Hoy así mismo, prometo lo mismo con el pequeño en mis brazos, aunque aún no sé el nombre.
