Capítulo 35; Odette Lautier

33 8 0
                                    

Caminé aguantando el dolor que sentía en ese instante en la parte baja de la barriga donde horas antes había estado un bebé. Mi bebé.

-¿A quién busca?- preguntó el guardia. Roche estaba detrás mía intentando alcanzarme.

-Lléveme a la celda número 256, recluso número 2045.- dije haciendo que el guardia asintiera. Ya me había identificado momentos antes. Salió de detrás del mostrador y caminó delante mía impidiéndole el paso a Roche. Caminé detrás del hombre mientras me ataba el pelo en un moño alto. Pasamos por el corredor mientras varios reclusos me piropeaban con comentarios asquerosos. Mi vista solo estaba fija en la celda a la que me dirigía.

El guardia abrió la puerta.

-Deme un momento.- dije haciendo que se echara hacia un lado.

Entré y vi a Dimitri tumbado boca arriba.

-¡Oh Odette qué...- no le dejé terminar. Con todas las fuerzas que hube reunido le estampé el puño en la cara. Varios reclusos vitorearon y se burlaron de él. Aquello era lo que más odiaba Dimitri. Ser pisoteado y humillado.

-¿Dónde está mi hijo?- pregunté sujetándolo por el cuello del mono que llevaba. Él sonrió dejando ver sus dientes manchados de sangre.

-Haz lo que te he pedido y te lo entregaré sano y salvo.- dijo haciendo que apretara más el brazo contra su cuello. Lo solté, llena de rabia, y salí de allí.

Respiré profundamente al llegar a la parte de visitas. Necesitaba respirar y pensar. No era justo que lo liberara, pero mi hijo estaba en peligro. Estaba entre la moralidad y la maternidad.

Comencé a sollozar al notar que la situación se me estaba viniendo encima junto al dolor post parto que estaba sufriendo. Me agaché sujetando mi cabeza y sentí que unos brazos me rodeaban. Sentí el perfume de Daniel y le devolví el abrazo. Estaba perdida, no sabía que hacer. Si a mi hijo le pasaba algo estaría demostrado que yo daba mala suerte y que solamente hacia daño a mi alrededor. Debía protegerlo y encontrar una solución.

-¿Qué vamos a hacer?- preguntó haciendo que inspirara. Yo sabía que iba a hacer. Iba a acabar con toda esta situación de una buena vez.

Saqué mi móvil y busqué entre mis contactos al fiscal general. Le di a llamar bajo la atenta mirada de Daniel.

Fui clara con él. Quería sacar a Dimitri Aubert de la cárcel por una par de horas. Lo que no pude decirle fue el porqué. Al colgar, Daniel me miró con cara de muy pocos amigos.

-¿Qué vas a hacer, Odette?- preguntó frunciendo el ceño.- ¿Vas a sacar a ese tío? Sabes que no puedes hacer eso, ¿verdad?

Lo miré incrédula sin entender a qué se refería.

-¿Qué crees que voy a hacer?- preguntó con una risa amarga.- ¿No todo es tan fácil, Daniel? El hijo que llevo 9 meses esperando dentro de mi barriga está en manos de un hombre sin escrúpulos. ¿Qué quieres que haga?

-Entiendo esto perfectamente, soy el padre de ese niño. Pero sacar a un mafioso, un hombre sin escrúpulos como tú dices, de la cárcel es lo más arriesgado que podemos hacer.- explica con un claro tono de arrepentimiento y más calmado.- Podemos perder nuestro trabajo por ello.

-Somos padres y policías. Está claro que en situaciones así elegiré siempre a mi hijo y preferiré perder mi trabajo antes que perderlo a él.- dije señalándolo.- Así que no me des lecciones de moral.-le enseñé el teléfono.- ¿Crees que no voy a dejar que ese capullo pague lo que está haciendo? Juro por Dios y por mi hijo, que va a lamentar haber nacido.

Él enarcó una ceja al mismo tiempo que llamaba al inspector jefe. Le expliqué la situación y lo que pensaba hacer. A pesar de que nos jugábamos nuestro trabajo, aceptó ayudarme. En menos de media hora el fiscal general me envió el permiso para sacar al recluso.

Caminé hacia el guardia y me asintió dándome a entender que habían leído el permiso.

Daniel y yo salimos fuera para esperar a que Dimitri llegara. Después de 15 minutos, un guardia salió con Dimitri encadenado de manos y pies. Él sonreía con suficiencia. Me senté a su lado en la parte trasera del coche.

-Aeropuerto. Jet privado de nombre Rotelier.- dice sonriendo. Daniel empezó a conducir y no tardé en notar la mirada de Dimitri.- Quién no supiera que he secuestrado a tu hijo, pensaría que sigues embarazada.

Rodé los ojos mientras este se carcajeaba. Miré en el bolsillo del asiento trasero al piloto y saqué la cinta americana que había allí. Corte un trozo y se lo pegué en la boca.

Estuvimos algo de tiempo en la carretera hasta llegar. Una vez allí entramos directamente con el coche por la parte donde pasábamos los del personal de policía. Antoine, el inspector jefe debía hacerse ocupado de ello ya.

Al llegar al Rotelier, Daniel paró el coche y estaba apunto de bajarse cuando Dimitri hizo una seña.

Le arranqué la cinta, con algunos pelos de la barba, y él gruñó.

-¿Qué quieres?- preguntó Daniel mirándolo a través del espejo retrovisor.

-Solo me acompañará Odette. No quiero incidentes raros.- advierte haciendo que Daniel ruede los ojos. Dimitri me miró y señaló las cadenas.

-¿Qué?- pregunté mirándolo. Estaba claro qué quería él, pero también lo que no quería yo

-Odette, no soy gilipollas. Quítame las cadenas y las esposas.- dice sacudiéndolas.

-Bien, me alegro de que no seas gilipollas.- dije sonriendo lo más poco creíble posible.- Ahora sal del coche y dame a mi hijo.- dije abriéndole la puerta. Él suspiró y resignado salió del coche.

Un hombre esperaba en mitad del campo entre la distancia del Jet y el coche. En sus manos tenía un bulto envuelto en una manta blanca y encima otra manta amarilla. Se me erizó la piel solo de pensar que mi bebé estaba pasando frío y que no llevaba ropa. Lagrimeo y veo como Daniel me hace una seña para preguntar si estaba bien. Asentí y empujé Dimitri.

-Dile que venga.- dije señalando a ese hombre. Él soltó una risa y se giró hacia mí.

-No querida. Las cosas van a ser como yo diga. Ese hombre que está ahí parado se moverá cuando yo haya llegado al jet privado. Solo entonces se moverá.

Asentí resignada y le hice una seña para que se fuera, pero no sé movió.

-Quítame las esposas.- dice haciendo un sonido desagradable con estas. Saco la llave de mi bolsillo y le quito  las cadenas.- Tengo una última norma, princesa. Para asegurarme de que no me la juegas, tu marido vendrá conmigo.

Aquello no era algo con lo que yo contara. Miré a Daniel, que estaba apoyado en la puerta de la parte del copiloto. Él asintió y yo traté de negar con la cabeza, pero reafirmó hablando.

-De acuerdo.- camina hacia Dimitri y los observo alejarse.

Conocía a Dimitri lo suficiente para saber que era un tío inteligente. Y contando con esto, sabía que algo tendría que salir mal. Pero eso es una buena jugada.

Crear un plan A y tener preparado el plan B, ambos, deberían ser buenos por igual.

𝑶𝑫𝑬𝑻𝑻𝑬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora