Capítulo 2; Daniel Santillana

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-Ni hablar.- dijo tranquilamente y negando. Hablaba de forma lenta y tranquila. Me miró entrecerrando los ojos y volvió a negar como si estuviera espantando algún pensamiento.-No, no, no y no.

-Lo siento, pero no pienso dejar que sigas encerrada en tu casa. Ha pasado 1 año, Odette.- el señor John, sacó una carpeta azul y se la tendió a Odette, quien lo miraba incrédula. Era la segunda vez que mencionaba que se encerraba o se destruía sola.- Tenemos un asesino en serie. Ayer apareció la tercera víctima. Todos tienen un patrón, aunque no puedo decir mucho sobre ello. Por eso estás tú al mando.

-Y con supervisión.- dijo Odette señalándome con la cabeza.

-Odette, ya no vamos a hablarlo. Los dos sabemos porqué.- dijo John antes de mirarme.- Disculpe Sr Santillana. Ella es nuestra inspectora Odette Lautier. Serán compañeros en este caso.- explicó haciendo que yo asintiera. Se giró hacia Odette y le miró de forma severa.- Odette, él es Daniel Santillana, inspector de policía de España. Ha sido trasladado y espero que lo trates bien.

-¿Está suponiendo que voy a tratarlo mal?- pregunta divertida. Hollister niega y rueda los ojos.

-Vamos, id a la escena del crimen. Los forenses siguen por allí. Está todo en el archivo.- dijo al mismo tiempo que Odette se levantaba. Me miró a los ojos y me hizo una seña antes de salir primero.- No es mala persona, simplemente ha sufrido más de lo que debería.- iba a salir cuando Jonathan me hizo una seña.- Ah y suele dispersarse a veces.

Miré al jefe Hollister y asentí despacio asimilando aquello ultimo.

Caminé para evitar perder a Odette. Era bastante alta si la comparabamos con la altura media femenina. Me llegaba por  la barbilla. Tenía el pelo negro recogido en una coleta alta. Tenía los ojos marrones, pero con un tono verdoso. La piel era de un tono chocolate bastante bonito y sin manchas. Apenas sonreía, básicamente parecía aburrida de todo y de todos.

Al llegar fuera, la vi esperando en la puerta hasta que levantó la cabeza del archivo que estaba leyendo.

-¿Tienes coche?- preguntó cerrando la carpeta.

-Sí, ¿tú no?- pregunté curioso. El francés no era mi fuerte, pero podía defenderme. Además ella hablaba con calma y vocalizaba bastante bien para ser nativa.

-No, no se conducir todavía.- soltó mirando hacia los lados. Estaba buscando algo y cuando volvió a girarse se encontró con mi mirada inquisitiva.

-¿No sabes conducir? ¿Cuántos años tienes?- pregunté divertido. Ella frunció los labios y enarcó la ceja.

-En Francia no sé pregunta la edad a una señorita. Tenlo presente, Santillana.- dijo pronunciando con un español refinado mi apellido.- Y ahora dime dónde está tu coche.

-Vamos a tener que caminar un poco.- dije tomando el camino de la izquierda. Ella iba detrás mía mientras que yo seguía el camino por el que había venido. Enseguida vi un Ford negro y saqué las llaves. Abrí las puertas y cada uno subimos a los respectivos asientos. Ella mientras que yo conducía leía el archivo. Creo que le dio tiempo a leerlo tres veces. Cuando lo hacía fruncía los labios. La vi sacar un boli y empezar a apuntar cosas en el archivo. Cuando terminó aún seguíamos en un atasco.

-¿Adónde debemos ir?- pregunté mientras la miraba. Me dio el archivo para que mirara la dirección y observó por la ventana.

Puse la calle en el navegador y reposé la cabeza en la ventana ya que aún había varios coches delante nuestra.

El atasco en este sitio era un martirio.

Odette encendió la radio y empezó a sonar una canción que empezó a tararear levemente.

Aquel silencio, a pesar de la radio, no era a lo que yo estaba acostumbrado. No me gustaba y necesitaba llenarlo.

-¿Qué canción es?- pregunté curioso. Ella dejó de mirar la ventana para fijar sus ojos en mí. Me estaba examinando porque podía sentir su mirada en cada sitio de mi cara. Sin embargo suspiro y apoyó su cabeza en la ventana mirándome.

-¿Cuánto tiempo llevas en Francia?- preguntó pasando olímpicamente de mi pregunta. Al menos me sirvió, ya que solo quería hablar con ella.

-Sólo llevo aquí seis meses.- aclaré pisando un poco el acelerador, ella asintió y volvió a mirar la ventana. En cambio yo tenía curiosidad por ella. No sabía nada de ella, solo su nombre y que no hablaba mucho.-¿Naciste aquí?

Me miró fijamente y mientras bajaba el volumen de la radio y la ventanilla a pesar del frío que hacía, pensé que no me respondería.

-Soy de Francia, pero no de París. Nací en un pueblo apenas conocido.- dijo sin mirarme. Asentí y conseguí salir de aquel atasco. Después llegamos en menos de veinte minutos.

Cuando llegamos Odette no bajó, primero observó las casas que había alrededor de una encintada por fuera.

Después bajó y la imité.

Antes de entrar, se paseó por la casa que había enfrente. Y las dos que había a los lados.

-¿Entramos?- pregunté haciendo que ella me mirara. No dijo nada y la seguí cuando vi que entraba. Realmente no era muy habladora y eso era algo que me preocupaba si iba a trabajar con ella.

Dentro, lo primero que vimos fue un cadáver de una mujer tumbada de lado. Había un charco de sangre donde estaba su cabeza. Todo estaba pulcramente ordenado y ella estaba sobre una alfombra completamente blanca.

Odette se agachó al lado de la señora y elevó la cabeza para mirar a una de las forenses que también la miraba algo sorprendida.

-Veo que ya has decidido salir.- dijo haciendo que Odette sonriera, algo tensa a mi parecer. La forense le pasó unos guantes.- Haz tu magia.

-Primero haz tú la tuya. ¿Quién es la víctima?- preguntó poniéndose los guantes. La forense también me dió unos, a lo que agradecí sonriéndole.

-Se llama Elisabeth Boiroit, 76 años, viuda, un hijo y aparentemente todo bien. Tiene una contusión leve, pero lo que la mató fue una sobredosis de pastillas. Pero claro a simple vista...Tendría que hacer la autopsia.- aseguró sonriendo. Odette seguía encerrada mirando el cuerpo detenidamente, aquí que yo me giré hacia la forense.

-Soy el inspector Daniel Santillana.- dije tendiendole la mano. Ella sonrió. Era una chica rubia, con los ojos marrones. Llevaba un traje blanco y unos guantes.

-Encantada, soy Nathalie Goupon.- dijo estrechando mi mano.

-¿Sabe aproximadamente la hora de la muerte?- pregunté al mismo tiempo que Odette se levantaba.

-Murió aproximadamente hace 7 horas. Y ahora tengo que irme.- dice Nathalie antes de irse. Odette se mantiene en silencio y luego me mira.

-¿Qué piensas?- pregunté haciendo que negara lentamente.

-Esta mujer era un desorden.- dice haciendo que me sorprenda. Todo estaba en su sitio, así que la miré con confusión.

-¿Crees que el asesinó ordenó todo? - pregunté incrédulo. Ella se movió hacia un sofá verde con una cobertura beige y me enseñó una de las patas.

Había un hueco que demostraba que había sido movido recientemente.

-Todas las víctimas eran un desorden, pero cuando encontraron los cuerpos estaba todo ordenado.- dijo lentamente. Hablaba con calma y sin prisas.

-¿Y como sabes eso?- pregunté curioso. Para ello pasó la mano por la mesa y una fin capa de polvo se levantó. Después cogió una foto en la que salía la mujer sola con un gato blanco. Ella señaló el fondo de la foto. Era la misma casa, pero no estaba tan ordenada como ahora.

-Está claro que era alguien con una vida normal. Pero si no me equivoco el asesino tiene cierta precariedad por la limpieza.

Aquella fue la primera deducción que Odette hizo. Me sorprendió que lo hiciera ya que parecía estar siempre en su mundo.

Deambuló más por el sitio y salimos de aquella casa.

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