Capítulo 11; Odette Lautier

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-¿Qué te ha dicho ese chico?- preguntó Hollister mientras que los policías se llevaban a Yvan. Daniel se había ido ya para descansar por petición de John.

-Nada que usted no sepa. Él no mató a su madre, solo vino a robar por orden de alguien a quien no conoce.- expliqué mientras le servía una taza de café. Él asintió, pero me miró con una desconfianza que entendí muy pronto.

-¿Has dormido en casa del inspector Santillana?- preguntó enarcando una ceja. Asentí frunciendo el ceño.

-Olvidé la llave y ese supuesto cerrajero abrió mi casa.- digo haciendo que él asienta de forma comprensiva. Se terminó la taza y se despidió. Cuando se fue me decanté por ordenar la casa y a doblar las prendas que había encima de los muebles. Tardé tres horas y terminé a las una de la mañana. Estaba cansada y estaba intentando evadir el pensamiento que me rondaba en la cabeza.

Me senté delante del ordenador portátil y busqué a L'oeil de Saber. Sólo salían foros de frikis que hablaban de un personaje ficticio. Sonreí al recordar a alguien a quien también le gustaban mucho estas cosas y entonces tuve una idea.

Busqué en mis contactos y lo encontré.

Era un amigo de la universidad y desde qué pasó lo del atentado perdimos el contacto. Quizás , aunque fuera por interés, debía retomarlo.

Apunté que debía llamarlo por la mañana y fui a ducharme para irme a dormir.

Al día siguiente amanecí con otra perspectiva. Iba a acabar con el tipo que orquestó toda esta mierda del atentado. Me levanté a las cuatro y media de la mañana y me bebí un café. Cogí las llaves, el móvil y los auriculares.

Salí a correr durante media hora sin parar y cuando llegué a un parque me paré para beber algo de agua.

Estaba a punto de irme cuando me topé con una cara conocida. Él frunció el ceño, pero enseguida me reconoció.

-No pensé que corrieras por las mañanas.- dijo trotando hasta donde yo estaba.

-Ya, para ser sincera yo tampoco lo pensaba.- digo haciendo que suelte una carcajada. Aproveché para atarme bien los zapatos y lo miré. Estaba claro que evitaba hablar del tema de anoche.

-Te invito a desayunar.- propone sonriendo. Miré el reloj y le sonreí.

-Daniel, son las seis de la mañana y si no has aprendido algo de nosotros los franceses, es que a las seis todo está demasiado tranquilo.- aclaré haciendo que él soltara una risa.

-Pues entonces nada.- lo miré algo apenada por lo que yo misma le había soltado y rodé los ojos ante la muestra que iba a hacer.

-Te invito a desayunar en mi casa y el próximo café que nos tomemos lo pagas tú.- dije haciendo que me mirara incrédulo. Asintió con una sonrisa ladeada y corrimos hasta llegar a mi casa. Una vez allí, entre jadeos, recuperamos el aliento.

-Yo he llegado antes.- dijo haciendo  que lo mirara con cara interrogante.

-¿Pero qué dices? Yo he llegado antes y como desmientas eso, ahí sí que no desayunas.- amenazo haciendo que levante las dos manos.

-Contra eso no hago nada.- solté una risa y abrí la puerta del portal. Subimos más escaleras y abrí la puerta.

De nuevo, ese gato se había metido en mi casa y encima no me recibió a mí, sino que se abalanzó sobre Daniel como si le conociera. Era un traidor ladronzuelo. Pero más traidor, que otra cosa.

-¿Como se llama?- pregunta acariciando el gato. Miré al gato confusa y luego a él.

-¿Gato ladrón? ¿Gato fantasma?- pregunté frunciendo el ceño.- No lo sé, pero mío no es. Se cuela en mi casa, incluso cuando las ventanas están cerradas. Empieza a darme miedo y no le denuncio porque es un gato.

Daniel sonrió ante mi comentario. Caminé hasta la cocina y solté las llaves sobre la encimera. Preparé café y crêpes calentitos. Desayunamos mientras hablábamos de la conferencia de Gaston. Resulta que Daniel sí prestó atención y le interesó bastante. Al terminar me ayudó a recoger y se fue a casa para cambiarse. Fui a darme una ducha y al salir me puse una camiseta negra de manga larga con escote redondo, un pantalón negro tipo mom jeans y unas converse negras. Me dejé el pelo suelto a excepción de recoger los mechones del flequillo en la parte trasera. Encima de esto me puse un abrigo verde y salí de casa con mi mochila, mis llaves y mi móvil.

Cuando bajé, me iba poner los auriculares cuando vi que Daniel me esperaba apoyado en el capó de su coche y con los brazos cruzados.

Llevaba un jersey blanco, unos pantalones verdes militar, unas botas amarillas tipo montaña y un abrigo del color de los zapatos. Llevaba gafas de sol y el pelo algo alborotado.

-Vaya, ahora tengo chófer.- dije sonriendo ligeramente. Él negó con una diminuta sonrisa mientras yo subía.

-¿Cuál es el plan de hoy?- pregunta sin arrancar. Solté la mochila a un lado y me encogí de hombros.

-Tengo que averiguar quién es L'oeil de Saber.- dije recordando que no había llamado a mi amigo en la universidad.-Puede ser la misma persona que mató a esas personas.

-Conozco a alguien que puede ayudarnos, pero no le gustan los polis. Me hace favores y yo a él.- explica haciendo que entrecierre los ojos.

-Por lo que me estás diciendo, no me parece alguien legal.- intuyo sonriendo. Él se rasca la nuca y sonríe.- Está bien, vamos.

Fuimos cerca del Sena, dos calles antes de llegar nos metimos en un callejón y había solo dos puertas. Una de ellas era de un restaurante y la otra fue por la que entramos. Dejé la mochila en el coche y entré detrás de Daniel.

-No lo enfades mucho. Es un tío... complicado.- advierte antes de que lleguemos a una sala oscura con la tenue iluminación de un proyector de pizarra. Había varias estanterías llenas de archivos y carpetas. Por no decir que las mesas estaban repletas de mapas y papeles.

Escuche el casquillo de una pistola y me giré igual que Daniel. Un chico con el pelo afro, ojos verdes, altura media, y vestido con un traje completamente negro nos estaba, corrección, me estaba apuntando a mí con un arma.

Apenas se le veía la cara ya que la luz del proyector me estaba dando en la cara.

-¿Odette? ¿Qué haces aquí?- preguntó una voz muy conocida. Para mi sorpresa, le reconocí al instante. Al lado del chico afro, apareció una chica más baja que él con el pelo tintado de azul, llevaba ropa de deporte y estaba sudada. Venía de correr.

-¿Timothée ?- pregunté haciendo que él otro chico, el que nos apuntaba con la pistola, sonriera y bajara el arma.

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