Behind The Sun - Jhope

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J-hope abrió la gran caja negra, el listón de terciopelo rojo cayó al suelo y bajo un delicado papel dorado estaba el vestido. Una prenda de alta costura y de diseñador.

Era de seda negra, finos tirantes y el escote pronunciado era demasiado escandaloso cómo para llevarlo en una cena como la de esta noche.

-No es necesario, Jung Hos... -Apreté la toalla que me cubría el cuerpo. Cuando se acercó a callarme con un beso fugaz.

-Es necesario, corazón.

Levanté la vista del vestido y lo miré. Era la primera vez que me decía aquello... Corazón. Me acerqué a la prenda y la toqué. Se resbalaba entre mis dedos como queriendo escapar de mí.

-No quiero avergonzar a tu familia llevando algo así.

-Ja, Sun-Hee es solo un vestido, no es un acto de rebeldía y si lo fuera -se acerca una vez más a mí y me toma del mentón- si lo fuera no me importaría. Sabría que eres valiente en afrontar las consecuencias.

Sus palabras aunque fueron a simple vista ligeras y se referían al vestido. Las sentía con un trasfondo para lo que estaba pasando conmigo y mi decisión de darle la firma a Lola y alejarme para siempre de él. Tragué saliva y agarré el vestido. Me puse frente al espejo que tenía a mis espaldas. J-hope me abrazó por atrás y puso su rostro entre mi cuello y hombro.

-Me haces tan feliz Sun-Hee. Siento que esto es un sueño y que si abro suficiente los ojos desaparecerás. Que si no te sujeto lo suficiente te resbalaras de mis dedos como la seda de este vestido.

Su voz retumbaba en toda mi piel, me sujeta con fuerza de la cintura. Siento frío aún con su presencia envolviendo mi cuerpo.

-No me iré Jung Hoseok -giro mi rostro para mirarlo de cerca- eres mi sol.

Él soltó una carcajada y me bañó en besos por todo el rostro. La sonrisa de mi rostro era la máscara de mi tristeza. Mentirle fue tan fácil y tan doloroso, que me sentía partida en mil pedazos.

Mi sol, mi Jung Hoseok me iba a odiar.

Lo seguí viendo por el espejo cuando se fue a colocar el saco y su corbata.

Lo encontré sentado en un pequeño banquito, estaba colocando sus zapatos cuando me acerqué con el vestido ya puesto. Levantó la mirada lentamente y vi sus ojos brillar al verme. Lo acaricie de su cabello. Estaba más largo y un poco rizado en la parte de atrás. No se molestó cuando despeine su cabello, al contrario, me atrajo a su regazo y nos fundimos en un beso profundo.

Mi sol me quemaba. Mi corazón se partía.

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Los Jung no eran pretenciosos, les gustaban las cosas sencillas pero de calidad.

A cosas sencillas me refería a que el salón donde estaba la gran mesa (no la usaban, solo en ocasiones especiales y en festividades occidentales como navidad) tenía una decoración modesta pero ordenada. El equilibrio entre lujo y minimalismo perfectamente ejecutado.

Nadie estaba en el salón cuando bajamos cinco minutos antes de la hora acordada.

-¿Por qué no tocas una melodía? - preguntó soltándome de la mano y señalando otro piano situado en una esquina. -La otra noche no recuerdo bien como se escuchaba lo que tocaste con Suga.