Nadie Mas que tú

114 18 5
                                    

Tiago suspira mientras esperaba a Thomas, anoche le había dicho que se encuentren antes de toda la pelea.

Él sabía que lo que sentía por Mau no sé había ido así como así, a pesar de que lo tratara mal o de que haya tenido un ataque de celos, por eso quería hablar con Thomas... Para entregarle todo lo que le había regalado.

Tomó una profunda respiracion y miro a todos lados, se encontraba en la entrada de la escuela y no había ni una señal de su compañero. Por un segundo, se sintió como un tonto casi como si hubiera caído en algún tipo de broma.
En eso noto un papel clavado en un árbol.


Te estoy salvando del evento de esta noche. Mientras el resto de nuestros compañeros llevan a cabo una obra de teatro de la Guerra Civil - triste pero cierto- tú y yo pintaremos de rojo la ciudad. Un sedán negro con placa dorada te traerá hasta mí.
Pienso que deberíamos aprovechar el aire fresco.
-T

¿Un sedán negro llevándolo fuera del campus? Hacía él, ¿como si fuera algún tipo de monarca que puede ordenar a su antojo que le lleven mujeres para conquistar? ¿Y dónde estaba él, de cualquier manera?

Nada de esto era parte de su plan.

Porque -aunque nunca se lo iba a decir- la noche anterior, cada vez que él había golpeado a Mauro, algo dentro suyo se había estremecido y comenzado a hervir.

Claramente, necesitaba cortar de raíz esta pequeña relación con Thomas. Ya no estaba confundido, ama a Mauro y le devolvería el collar dorado. Era tiempo de regresárselo.
Excepto que ahora se sentía estúpido por asumir que Thomas sólo quería platicar. Por supuesto que él tenía algo más bajo la manga.

El sonido de ruedas de coche acercándose hizo que Tiago volteara. Un sedán negro se detuvo en frente de las compuertas.
Al final, las compuertas de metal se separaron, y el auto avanzo y se paró frente a el. Los seguros de las puertas bajaron suavemente.

La última vez que el había estado parado ante esas compuertas había sido diciendo adiós a sus padres. Extrañándolos antes de que siquiera se alejaran, Thomas no podría haber escogido un peor lugar para que el auto pasara por el.

El auto aún estaba en marcha, estacionado en el camino frente a el. El conductor parecía perder la paciencia porque el chico no subía y saco su mano con un sobre blanco para que Tiago lo tomara.

El vaciló un segundo antes de tomarlo de sus dedos.
Era de Rusher.

Debí mencionarlo antes, las cámaras han sido aisladas. Mira por ti mismo. Me encargué de ellas, así como cuidaré de ti. Te veré pronto. Eso espero.

El menor miró hacía la cámara. Si, él lo hizo. Estaban apagadas. No podía imaginarse a Mauro pensando en llegar tan lejos.

Con un suspiro tiago se deslizó en el asiento trasero. El conductor puso en marcha el auto sin decir una palabra.

"¿A dónde vamos? Le preguntó el.

"A un pequeño remanso río abajo. Al Sr. Tovar le agrada el color local. Sólo siéntate y relájate, dulzura. Ya lo verás por ti mismo."

¿El Sr. Tovar? ¿Quién era este tipo? A Tiago nunca le había gustado que le dijeran que se relajara, especialmente cuando sentía que se lo decían como un niño pequeño. Se cruzó los brazos sobre su pecho, mirando por la ventana, y trató de olvidar el tono que había utilizado el conductor al llamarlo "dulzura".

Mientras el permanecía sentado inseguro sobre lo que haría una vez bajándose del auto, o dudando si había sido una buena idea, cuando llegaron a lo que se supone es un bar. Vio a Thomas, recargado plácidamente contra el mosquitero, con una pierna cruzada sobre la otra. Tiago sabía que a través del vidrio polarizado no podía verlo sin
embargo, como si él realmente pudiera. Asique bajó del auto para acercarse a él.

Una Guerra En El Cielo-  LITIAGO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora