LAS NORMAS DE LA MANSIÓN

CAPÍTULO 1: EL BOSQUE

Se escucha como unas gotas caen sobre el tejado, anunciando una fuerte tormenta, mientras yo estoy escribiendo un libro bajo ese tejado.

Levanto la cabeza y dejo de escribir por un momento en busca de ideas. El sonido de un trueno me hace recordar esa furia que sentía, esa furia que despertó el demonio que tenía en mi interior durmiendo. Lo que más duele no es una simple mentira, sino una traición, una traición de parte de tus propios padres que creías que te amaban y que te iban apoyar en todo, pero que ingenua que fui.

No tenía amigos porque a las personas que llamaba amigo o amiga, no eran lo que significaba la palabra, pero al final encontré un verdadero amigo, y ese era Dalton, mi perro, de la raza border collie. Los animales son los verdaderos amigos y los que encajan con ese significado.

Empecé a vivir con mi abuela cuando solamente tenía 12 años, dejando atrás el horrible pasado de mi infancia, desde entonces, mi abuela siempre me hacía unas galletas para desayunar, no sé qué tenían esas galletas pero eran las mejores galletas que había probado.

Mi abuela es una cocinera increíble, prepare lo que prepare, acabas comiéndote todo e incluso repites el mismo plato por lo rico que está. Ella siempre se ha preocupado por mí, me hacía jerséis, bufandas, vestidos y de todo, tiene unas habilidades increíbles.

Cuando me enfermaba, siempre estaba a mi lado cuidándome, preparándome sopa de pollo, asegurándose de que no me subiera la fiebre y cada noche me contaba diferentes historias, y desde allí, nació mi pasión por escribir historias. Yo he considerado a mi abuela como mi ángel guardián por muchas razones, no sé qué haría sin ella, ha sido siempre mi salvación.

Cuando cumplí los 14 años, mi abuela me regaló por mi cumpleaños un cachorrito. Recuerdo que ese día lloré muchísimo de emoción ya que siempre quise tener un perrito. Le había puesto el nombre de Dalton porque siempre me ha gustado como sonaba ese nombre, desde entonces crecí con él, jugábamos a menudo y cada vez que había una fuerte tormenta, él se acercaba a mí siempre y me lamia la cara para tranquilizarme porque de pequeña me daba miedo la bestialidad de la naturaleza y él lo notaba.

Es increíble el instinto y el olfato de un perro, siempre saben cuando estás triste, cuando tienes miedo o cuando estás alegre. Ellos se adaptan a lo que su dueño siente en la mayoría de veces, nunca voy a poder ocultar mis emociones. Dalton es muy especial para mí, no es como los demás perros, siempre ha estado a mi lado, tiene algo que le hace único y siempre ha sido importante para mí al igual que mi abuela, ellos son mi familia y siempre los voy a querer con todo mi corazón. Ellos me han dado todo lo que mis padres no querían darme.

Después de haberme despertado de mis recuerdos, dejé el libro en una mesa y decidí salir de casa con Dalton para despejarme un poco ya que dejó de llover fuertemente, aunque mi abuela nunca me ha dejado salir fuera cuando hace un mal tiempo, pero realmente necesitaba salir de casa y respirar aire fresco. Me puse las botas y un chubasquero por si acaso, nunca se sabe si ha dejado de llover de verdad o simplemente va a volver con más energía. Incluso las nubes te pueden traicionar o simplemente te traicionas a ti mismo por creer que no va a llover.

Las nubes son algo natural, ¿pero la traición también es natural?

Mientras pensaba en ello, me dirigí hacia un gran bosque en el que nunca había estado, es más, estaba tan metida en mis propios pensamientos que no sabía ni siquiera a donde iba, mientras caminaba dentro de ese bosque. Dalton se separó de mí ya que le llamó la atención algo que estaba entre unos árboles a lo lejos. Mientras yo seguía metida en mis pensamientos, un trueno me hizo volver a la realidad y alejarme de esos pensamientos.

Cuando recapacité, me di cuenta de que me había perdido en ese gran bosque y Dalton no volvía.

-¿Dalton?-llamé a Dalton pero no hubo respuesta, volví a gritar su nombre con todas mis fuerzas pero él no aparecía, no me rendí y seguí llamándolo, pero seguía sin recibir una respuesta.