Felices para siempre

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      En sus ojitos de ónice lo descubrió. El inicio de su todo, un Big Bang de sensaciones, de quásares y protones. Dos agujeros negros avariciosos de luz, devorando nebulosas y derrochando virtud. Dos estrellas titilantes, rebosantes de energía, en sus pupilas brillantes.

      En su carita inocente se derritió. En su corazón helado, sus témpanos flaquearon, se fundieron en sus venas y se llevaron su pena. Un iceberg emergido, por muchas veces herido, que se dejó conquistar, por ese fulgor sin par.

      En su sutil elegancia lo confirmó. Que era ella su mitad, su inevitable destino, su inestimable verdad. Y en contrastes rica era, no era una dama cualquiera, sino una luchadora, la mejor de las amigas y muy buena nadadora.

      En su forma de expresarse, de ella al fin se enamoró. Lo supo nada más verla, nada más ver su interior. Ya no había otra en el mundo a quien poder admirar, era ella su llamada, su ilusión, su respirar. Y así es como se dio cuenta, que perdido estaba ya, que la piedra más hermosa pronto debería encontrar, esa que su dulce amada fuera siempre a atesorar.

      Y así comienza la historia, de este humilde gran amor, la de nuestro dulce héroe y su pingüina emperador.  


***

Nota: Gracias por pasar a leer otro de mis humildes relatos =) A modo de breve explicación, por si no ha quedado clara la historia... trata del ritual de apareamiento del pingüino emperador, un animal monógamo por naturaleza en la cual, el macho le da a la hembra la piedra más bonita que encuentra a modo de proposición y si ella acepta, permanecen siempre juntos. La verdad es que cuando lo descubrí me pareció muy gracioso, así que... ahí lo tenéis =) 

Espero que lo disfrutéis, ¡nos leemos, guisantitos!

De palabras sazonadas y otras animaladasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora