El zorro mágico

71 13 90
                                    

Annie se quedó de pie en la puerta observando estupefacta a aquel joven en su habitación preguntándose que hacía allí y como había entrado, luego de entrar en razón empezó a gritar haciendo que aquel joven se cubriera sus extrañas orejas con una expresión de incomodidad en su rostro

—Oye, ¿Por qué gritas?

—¡¿Quién eres?! ¡Fuera de mi casa!

­—Si tú fuiste la que me invoco aquí— Annie empezó a arrojarle los libros que tenía cerca haciendo molestar al joven que los esquivaba como podía.

—¡Fuera!

—¡Oye! ¡Deja de lanzar cosas! – Annie agarró un diccionario y lo arrojó directo a la cabeza de aquel joven golpeándolo y haciendo que se desmayara, ella al ver que lo había dejado fuera de combate lo observó a la distancia.

—¿Quién es este joven? Mejor dicho ¿Qué es esta cosa? – ella se quedó viendo la cola de aquel joven y sus orejas de zorro – Definitivamente no es humano— ella se acercó con cuidado a tocar sus orejas, para saber si eran reales y al ver que si lo eran, observó el golpe que ella le había dado en la cabeza —. Creo que me pase un poco y lo lastime demasiado.

El joven despertó unas horas después en la cama de Annie, con una compresa fría en la cabeza, él revisó el cuarto con la mirada y se dio cuenta de que Annie estaba cerca de la puerta protegida con una silla y en su mano llevaba un palo de amasar

—Te ruego que no me pegues con esa cosa.

—¿Quién eres y que haces en mi casa? – ella intentaba sonar valiente, aunque su voz se quebraba un poco por el miedo

—Ya te lo dije, tú me llamaste.

—Yo no te llamé.

—Claro que sí, si no como explicas que yo estoy aquí— él frunció un poco el ceño mientras se levantaba de la cama revisando su cabeza donde había recibido el golpe

—Eso es lo que quiero saber, aunque también quiero saber ¿Qué eres tú?

—¿De verdad no lo sabes? – Annie negó con la cabeza —Entonces ¿No me estás mintiendo cuando dices que no sabes cómo me llamaste? – ella volvió a negar con la cabeza y él suspiró resignado —Al menos sabes ¿Para qué me llamaste? – ella volvió a negar con la cabeza – ¿Puedes hablar? No te voy a comer la lengua.

—Mira, lo que yo sé es que estaba sola en mi casa viendo una película, fui por un bocadillo y al volver estabas en mi cuarto.

—¿Usaste magia con hambre?

—¿Magia? No, yo no sé hacer magia, bueno, sé un truco con cartas, puedo mostrarte.

—¿En serio? – dijo él irónicamente —Entonces no sabes magia.

—No

—¿Y no sabes cómo me invocaste?

—No— respondió ya un poco cansada de las preguntas.

—¿Sabes cómo hacerme volver a mi casa?

—Tampoco sé eso— al escuchar aquellas palabras el joven empezó a caminar de un lado a otro angustiado.

—No puede ser, estoy atrapado en este mundo con una bruja inútil

—¡Oye! ¿Cómo que bruja? Bruja tu abuela—. Annie lo veía molesta sin salir detrás de su escudo protector

—¿Mi abuela? Quisiera ella poder ser bruja y aun así sería más útil— el joven dejo caer su cuerpo en la cama

—¿Por qué mejor no sales y regresas tú solo a tu casa?

—Porque tú fuiste quien me trajo aquí, tú eres quien debería saber cómo regresarme, pero eres una bruja sin magia que no sabe cómo me invocó— él se quedó pensando un poco, al recordar algo se levantó emocionado— Podemos preguntarle al oráculo.

—¿Cuál oráculo?

—¿Cómo cuál oráculo? ¡La adivina!

—La única adivina qué he visto es la que vino con la feria en el verano pasado

—¿En serio? ¿A quién consultan cuando necesitan saber algo?

—Lo buscamos en internet

—¿Y este internet dice algo de cómo hacerme volver a mi casa? – Annie se levantó sin quitarle la vista al joven y agarró su teléfono

—¿Qué tengo que buscar exactamente?

—Como devolverme a casa—. Ella se le quedó viendo sus orejas.

—Dudo que diciendo eso me dé respuestas, empecemos por averiguar algo sobre ti, ¿Qué eres? – él suspiró resignado

—Soy un zorro mágico

—¿Eres un mago?

—¿Qué? No, zorro mágico, ya sabes, soy un zorro, pero de los que tienen poderes mágicos

—Si haces magia entonces eres un mago, ¿Puedo ver un truco?

—No son trucos, es magia real— Annie se le quedó viendo esperando que le demostrara lo que decía, él resignado señaló el cereal que estaba en el piso, cada hojuela empezó a moverse y a levitar de regreso al plato, en cuanto estuvieron todas juntas, el cereal se transformó en un plato de sopa caliente, Annie lo vio impresionada

—¡En serio haces magia! Aunque prefería mis cereales, no me gusta la sopa

—Eres exigente— La sopa se convirtió de nuevo en cereal

—¿Puedes hacer cereal infinito?

—Sí, si podría

—Eres increíble— él sonrió un poco y se apenó

—Es magia básica, aún no puedo hacer mucha de nivel avanzado porque mi magia está limitada

—Bien, si de verdad eres un zorro mágico y yo te traje aquí por error, puedo ayudarte a buscar una solución para que regreses a casa, pero nadie se debe enterar de ti o querrán diseccionarte para saber cómo funciona tu magia.

—¿Diseccionarme?

—Sí, abrir tu cuerpo para averiguar de dónde viene tu poder mágico— el joven se asustó un poco y abrazó su cola, Annie se rio por lo bajo.

—Mi tía no está en casa en este momento, si se entera de que deje entrar a un hombre mientras no estaba me va a ahorcar, pero si te dejo en la calle estarías en peligro, así que dormirás en el mueble está noche y mañana averiguaremos cómo hacer que regreses— Annie coloco la silla que usaba de escudo a un lado de la puerta y hablo para sí misma en un tono de voz más bajo —con suerte todo esto es un sueño y para cuando despierte todo habrá terminado.

—¿Qué dijiste?

—Nada, vamos al mueble

—Está bien, tú mandas—. Annie llevó al joven a la sala, cerró las cortinas para que los vecinos no lo vieran y arregló el mueble para que él pudiese dormir cómodamente, al ver la comodidad de aquellos cojines el joven sonrió nuevamente.

—Gracias, eres muy amable— Ella esbozó una sonrisa y recordó algo importante.

—Oye no me has dicho tu nombre

—¿Nombre?

—Si tu nombre, yo me llamó Annie, ¿Cuál es tu nombre? – la mirada del zorro se volvió un poco triste, bajo la cabeza y se rascó un poco.

—Yo no tengo nombre, solo me llaman zorro.

—No puedo llamarte así todo el tiempo, ¿qué te parece si te llamo Kitsune? —él se sorprendió un poco al escucharla llamarlo de esa forma, pero sonrío

—Si prefieres llamarme así está bien para mí.

—Es un lindo nombre, a mí me gusta— él sonrió nuevamente, aunque su expresión cambió rápidamente a una de tristeza que escondió al sentarse en el mueble para probar su comodidad —Descansa Kitsune

—Tú también Annie— Kitsune vio a Annie marcharse de regreso a su cuarto con una expresión de nostalgia, toco levemente el cascabel que tenía en el cuello y suspiró —así que un nuevo nombre.

Zorro amaestradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora