30 de enero

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No la dejó en paz cuando estaba viva. Tampoco lo hacía ahora en la muerte.

Cada 30 de enero que pasea por las estrechas calles del cementerio, él está ahí como si compartir el descanso eterno en el mismo lugar fuese motivo de unión.

Un disparo ensordecedor. Su propia sangre ahogándola.

Paños blancos atados en su mausoleo para mitigar el dolor que nunca se irá. Su alma atrapada, presa de la tragedia.

El precio de ser la más bella de la república.

Cuentos de BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora