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María José

La primera vez que vi la nieve fue el mismo día en el que papá me golpeó

Fue el día de mi cumpleaños, cuando fuimos a visitar a mis abuelos a Canadá. Un par de ancianos que vivieron toda su vida rodeados del mar y que, recién en su vejez, decidieron vivir rodeada de la nieve.

Recuerdo bien el mensaje que le llegó a papá. Era una foto en la cual se veía a Bárbara y a mí tomadas de la mano y dándonos un beso en la mejilla, aunque en aquella foto parecía algo más.

Todos se escandalizaron al verla, ni siquiera dejaron explicarme porque según mamá no había explicación alguna para aquella atrocidad.

Ella se puso a hacer oraciones mientras mi padre me golpeaba con el látigo en la espalda, mis abuelos también oraban junto a mamá y mi hermano se fue a quién sabe dónde.

Después de aquel día mis padres se volvieron más estrictos y controladores conmigo, me acompañaban a todo lado hasta que decidieron que mudarnos sería una buena alternativa para curarme y superar mi etapa diabólica.

Mamá me abofeteo el mismo día que me dio la noticia de que dejaríamos la antigua ciudad, nunca supe porqué aquel golpe pues supuse que todo el tema de Bárbara había quedado zanjado.

Hasta esta noche.

-Está descarriada, Juan Carlos -grita mamá en la sala. La veo caminar de un lado a otro frotandose la frente. Pensé que aquella cachetada que le di antes de llegar a este pueblo serviría como advertencia. -Suspira y se queda quieta por un momento - Pensé que sabía que lo hice porque por su culpa dejamos todo atrás y los miembros de la iglesia terminaron por despreciarnos.

-Por despreciarte -recalca papá en tono severo―. Es tu
obligación como madre educarla, Martha. Y mira cómo nos salió.

-Estás en lo correcto, es mi culpa-Mamá se sienta a su lado y papá sigue sin mirarla pues tiene los ojos fijos en la biblia-. Y tengo que decirte que hallé la manera para curarla de una vez.

-¿Qué es?

-Mandarla a vivir con mi hermana. Ella es más severa que yo y sabrá cómo lidiar con MaríaJosé.

-¿Estás segura? -pregunta papá con tono firme.
Muy segura. Ya me comuniqué con ella y está de acuerdo.

Dejo de escuchar la conversación para ir a mi cuarto y esta vez, encerrarme por mi cuenta.

No podía creer lo que había escuchado, no solo se conformaban con tenerme controlada por completo y encerrada en casa, ahora también veían la necesidad de mandarme a vivir lejos de aquí con una tía a la que no soporto.

Si mamá es una loca maniática por la religión, mi tía Ruth es el doble. Solo con ver a su hijo, Sam, bastaba para comprobar lo desquiciada que está.

Nunca supe si aquel rumor fue verdad porque mi tía nunca negó ni confirmó nada pero mi primo siempre traía una mirada asustada y paranoica, ojos taciturnos y fijos siempre en el suelo, incluso estuvo en el hospital porque intentó quitarse la vida, aunque mi tía se empecine en hacernos creer que fue un accidente.

No lo he visto desde hace dos años y no he recibido ninguna noticia de él tampoco, ni por parte de mamá, lo que me hace pensar que está bien o sigue bajo la tutela de su madre y ésta hace todo lo posible para que nadie sepa de él.

La tan sola imagen de verla a ella haciendo conmigo lo mismo que a su hijo me aterra y me provoca escalofríos por toda la espalda.

Aguanto este martirio con mis padres porque al despertarme sé que veré a la única persona que me agrada y comprende y que no importa si estos días no nos dirijimos la palabra, sé que ella siempre va a estar ahí.

Winter Solstice | Adaptación Caché | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora