Asylum (KookV, Yoonmin, Namjin)

Asylum

Capítulo demasiado sensible, si eres sensible por favor no lo leas.

El ambiente estaba lleno de un olor familiar que podía identificar hasta en sus sueños, su cabeza estaba a punto de explotar, la presión de los días estaba causando graves estragos en su cuerpo y mente, estaba volviéndose loco. Todo lo que había construido estaba hecho cenizas, miró al cielo. ¿Ese era su castigo divino?

—¿Le sirvo algo más señor? —preguntó un chico desnudo, en su cuerpo llevaba algunas marcas cicatrizadas, era un esclavo sexual.

—Más licor, hay una jaula ¿Habrá espectáculo hoy?

—Sí mi señor, pago una suma muy alta de dinero, dice que es un espectáculo inolvidable, aunque lo dudo, es un novato.

ChanYeol asintió, acomodó el antifaz de león sobre sus ojos, sólo estaría ahí hasta que el espectáculo terminara. Iría a casa y se ahogaría en la tina, estaba cansado, sus ojos eran una lamentable muestra de ello. RedWook, había sucumbido, cientos de pacientes muertos en la explosión, nadie sabía la realidad, todos creyeron que era una falla de gas, no que estaba construido sobre cimientos de explosivos, tampoco que algunos de los más peligrosos criminales estaban sueltos. Incluso Namjoon y SeokJin estaban muertos y uno de los pacientes más importantes seguía desaparecido.

Había algo que no le quedaba claro, Jungkook estaba desaparecido, sus padres habían dicho que estaba en el hospital, pero ninguno lo tenía registrado. ¿Será que el hijo del infiero había despertado?

—¡Damas y caballeros, esta noche tenemos un acto especial, quien lo realizará se ha hecho llamar "La serpiente" acompañado del tesoro de Asylum!

El escenario quedó en completa oscuridad por unos momentos, cuando las luces se encendieron dentro de la jaula había dos personas, una de ellas llevaba un antifaz negro con plumas alrededor del mismo color, su vestimenta no dejaba ver un tramo de su piel, con un delantal de carnicero, junto a él estaba un exhibidor, lleno de armas, cuchillos, pinzas, tijeras de jardinero y clavos. Hincado a sus pies estaba un hombre desnudo, su cuerpo era pequeño, delgado y pálido, llevaba una bolsa negra en la cabeza.

ChanYeol se acercó a la barandilla con una sonrisa sádica en el rostro, desde el segundo piso estaba disfrutando del espectáculo, comenzó con algo que al principio no comprendió, la serpiente llenó el cuerpo del chico de lodo, este inició a gritar, lleno de pánico, aquellos gritos le dejaron perplejo, entrecerró los ojos sintiendo el latido de su propio corazón desbocado.

La serpiente sonrió tomando unas tijeras de jardinería, las cuales uso para cortar la virilidad del chico que estaba aullando de dolor, las personas que estaban alrededor podían ver como la blancura de su ser se tornaba carmín, con una agilidad con la que nadie creería que era novato cortaba, los trazos profundos que dejaban ver la carne viva, cortes que le estaban haciendo agonizar.

Una obra teatral, de eso se trataba, un acto inhumano que le arrebataría para siempre el alma, el ácido corrosivo que como veneno quemaba lo que estaba frente a sus ojos, los olores, los sonidos que estos desprendían le parecían fascinantes, entonces entendió que estaba en su sangre. La sangre del infiero, miró hacia arriba, al barandal donde el león observaba con la boca abierta sediento, le dio la espalda terminando de dibujar en su lienzo manchado, las letras que hicieron estremecer al rey, cuando dejo ver su obra maestra, estas marcas eran JS. Terminó sacándole al chico el saco de la cabeza.

Le sostuvo del cabello mirando al león, quien palideció. La serpiente sonrió ladina y paso delicadamente por el cuello de aquel ser inocente la hoja que dejo un río vital en el piso, los ojos dolidos y cristalinos comenzaron a apagarse para siempre. Lo dejo descasar en el piso y cerro sus ojos, merecía dormir, en la eternidad, se levantó e hizo una reverencia no sin antes mirar a ChanYeol quien temblaba.

Las luces se apagaron y sólo un grito se escuchó helando la sangre de los presentes, un grito que el hijo de Suga escuchó con una sonrisa, ahora estaban a mano. Jungkook se había vengado. Y el grito permaneció en los presentes para siempre, el grito de un padre desesperado.

—¡Jihoon!

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