~Confesiones~ Parte I

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El barrido de la púa entre las cuerdas metálicas de aquella guitarra eléctrica entrelazado con los golpes acentuados e inacentuados de las baquetas contra los toms y la caja de aquella batería, engendraban una melodía hipnótica y enérgica dentro de la cabina del estudio.

Tanto era así, que el productor y el ingeniero de sonido no podían evitar dejarse llevar por la electricidad del ritmo de aquella música.

La voz de Horacio era la cereza del pastel que adornaba aquella cruda pero rítmica música con su perforador pero en momentos, delicado rango vocal.

El guitarrista cerraba los ojos mientras vocalizaba suavemente la penúltima línea de la canción, para finalmente concluir con un gutural que dejaría congelado a cualquiera que lo escuchara.

El productor levantó su mano extendida en el aire y fue bajando uno a uno sus dedos para contar los segundos finales de aquella canción hasta alcanzar cero con su puño cerrado.

—Buen trabajo—aplaudió el hombre levantándose de la mesa de sonido y retirándose los audífonos de la cabeza, para finalmente abrir la puerta de la cabina—Es una lástima que vuestro tiempo haya llegado a su fin.

—La próxima tendremos para pagarles un fin de semana completo solo para grabar—Conway se mantenía de brazos cruzados, recostado a la pared. Deshizo su postura para buscar entre su bolsillo el sobre con el dinero para pagarle al productor.

Gustabo dejó salir un suspiro cansado al mismo tiempo que Horacio pasaba el strap de Hércules por encima de su cabeza.

—Ahora, ¿qué tienes? Ha salido muy bien

—Dos canciones—dejó salir el rubio con desgana—Dos miserables canciones apenas

—No empieces—el moreno guardaba su guitarra dentro del estuche con delicadeza—Que a quien le toca reponer esa pasta tomando turnos extra seré yo, no tú.

—¿Ahora me reclamas que solo tú trabajas? Primera vez en la vida que te toca mover más el culo por esta banda. Ya era hora, si me lo preguntas.

—Bueno, súper nenas, ¿váis a salir de allí o tendré que sacaros jalados de las orejas?—Conway se había asomado por la puerta abierta de la cabina—Que cobran por minuto. Moved el culo.

El elegante vehículo del mánager se encontraba encaminado en la carretera principal de Los Santos a moderada velocidad, dejando pasar rápidamente los edificios por el reflejo de la ventana que Horacio contemplaba pensativo.

El ambiente del auto se encontraba extrañamente silencioso. Y aunque a Conway le hubiera encantado aquella calma por una vez en la vida, sabía que no era buena señal, especialmente viniendo de aquel dúo normalmente caótico.

La grabación había salido muy bien. Tanto Gustabo como Horacio eran profesionales en lo que hacían, y estuvieron perfectamente en sintonía como siempre; sin embargo la tensión entre ellos desde la discusión camino al estudio de grabación se sentía pesada.

Diferencias entre músicos las hay todo el tiempo, al menos eso pensó Conway. Incluso le traía recuerdos de su propia experiencia trabajando en aquellos años en la academia en su eterna rivalidad con Igor Volkov. Pero con Horacio y Gustabo era diferente. Era extraño verlos discutir, y en estos dos últimos días habían estado haciéndolo mucho.

—Bien—decidió romper el hielo—Imagino que os dejo en casa, ¿no? Al menos que queráis que os deje por algún lugar para ir a celebrar el primer día de grabación

Gustabo no emitió palabra. Como una roca petrificada en aquella postura, con una mano apoyada en el borde de la ventanilla abierta del auto, con la mejilla reposando sobre su mano y la mirada ida hacia las vistas de la ciudad.

Different Songs [Volkacio AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora