foreword

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Me disculpo por los modismos mal empleados, no soy argentino.



Iván juraba que toda la clase podía escuchar sus diversos suspiros desde que su profesora había anunciado la actividad de ese día. «Deben hacer una lista de cinco cosas que les hacen feliz, ya sea alguna actividad, persona u objeto. Ésta tarea sirve para conocerlos mejor» pronunció la docente, e Iván supo de inmediato que no sería nada fácil realizar dicha lista.

Abrió sus labios y dejó escapar el aire que se retenía en sus pulmones, frustrado, ¿qué podría escribir ahí, si prácticamente vivía en automático y ni siquiera sabía lo que le gustaba?

-Ché, ¿ya sabés lo que vas a escribir?- cuestionó el muchacho a su lado; Tomás, que le miraba con cierta duda, -yo ya tengo la mitad, pero no sé boludo.

-No tengo nada aún- volvió a suspirar como por sexta vez; -¿qué escribiste vos?

-Ya sabés; escuchar música, componer canciones, grabar vídeos, esas cosas... Ya no sé qué escribir.

Iván se encogió de hombros, haciendo una mueca y dedicándole una mirada aburrida a su amigo, quien se volteó para seguir pensando qué escribir en su hoja.

Los ojos cafés de Iván viajaron por toda el aula, divisando todas las caras conocidas que habían ahí, rió; la gran mayoría se mostraba confundida ante las complicaciones que tenían para culminar su tarea. Y se mantenía riendo de forma casi inaudible hasta que conectó miradas con aquellos orbes verdosos, tan grandes y brillantes.

Muy diferentes a sus propios ojos.

«¿Ya terminaste?» formuló con sus labios Rodrigo, sin articular sonido alguno, aún así, Iván pudo leer con facilidad sus belfos carnosos.

Había aprendido a leerlos a la perfección de tanto observarlos.

La cabeza de Raúl se inclinó de derecha a izquierda, negando así con ésta y luego mirándolo con curiosidad, «¿y tú?» formuló de vuelta, sonriendo por inercia ante la sonrisa grande que se dibujó en el rostro de su chico.

«ya casi termino»
Rodrigo le guiñó el ojo, finalizando la conversación al inclinarse en su escritorio.

Iván volvió a observar la página de su libreta, analizando el título que había escrito y los números en fila junto a los pequeños guiones.

No había nada más que eso.

Descubrió que le gustaba suspirar cada que se sentía frustrado, pues volvió a hacerlo por séptima vez consecutiva, y tomó su bolígrafo para dedicarse a pensar con más profundidad.

Tal vez, sólo tal vez, tenía una pequeña idea de lo que podría escribir en el primer lugar.

cinco cosas que me hacen feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora