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Iván solía disfrutar observar los ojos inmensos de Rodrigo, porque eran de un verde sumamente hermoso, aunque no fuese único, en el rostro del petiso pareciera que sí.


Tal vez le gustaba admirarlos tanto porque eran de él, de aquél muchacho que ponía su mundo de cabeza con tan sólo abrir su estúpida boca. Iván siempre decía que las personas con ojos de color verde eran ridículas, se sentían especiales sólo por tener esa tonalidad, que a Raúl nunca le gustó.

Hasta que Rodrigo llegó, con sus ojitos de un color verdoso intenso que le hicieron cambiar de opinión casi a la velocidad de la luz. Apenas cuando tuvo la oportunidad de verlos, en su mente se postró un pensamiento que permanecerá por mucho tiempo; «Los chicos de ojos verdes son hermosos. Sus ojos verdes son hermosos», y se sintió ridículo por derretirse con tan sólo mirarlo, por perder el aliento y sentir su corazón latir con fuerza en su pecho, como si fuese a salir despavorido de allí.

Pero, ¿cómo no? Si esos ojos le miraban con tal cariño que no podía evitar querer tomar su rostro y besar sus labios durante horas. O simplemente dedicarse a observar ese par de orbes únicos por todo un día, porque jamás se aburriría.

-Ivi, hagamos guerra de miradas- sugirió el castaño con emoción, removiéndose en su silla.

Era una fiesta bastante aburrida, y terminaron tomando asiento alejados de la multitud que bailaba desorganizadamente, eso le daba dolor de cabeza.

Iván aceptó su petición. Se acomodó mejor en su asiento y observó fijamente sus ojos, sosteniendo su mirada inmensa y conteniendose de perderse en aquellos fanales claros. Soltó un suspiro inconsciente, y no supo cuánto tiempo se mantuvo mirándolo, hasta que su dulce voz se hizo presente.

-Tu mirada tembló, perdiste- Rodrigo sonrió, causando que sus ojitos se achinaran e Iván al fin pudo salir del trance en el que había entrado.

-E-es que me ardían los ojos.

-Sí, claro, sólo acepta que no puedes resistirte a mis hermosos ojos.

Iván sonrió, estando de acuerdo con su afirmación, sin embargo, se limitó a seguir observándolo discretamente.

Soltó una pequeña risita, sus pómulos tomaron un cálido tono carmín y no pudo evitar sentirse avergonzado por lo que pensaba acerca de él, de sus ojos.

Decidido, escribió la primera cosa que le hacía feliz en su pequeña lista, sintiéndose más tranquilo al haber elegido al menos el primero de cinco.

1- El color verde.

cinco cosas que me hacen feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora