He tomado este diario como mi último acceso. Como una evidencia de que alguna vez existí. Sin embargo, ahora mismo estoy al borde de mi muerte, pues un titan comió mi pierna izquierda y no paro de sangrar.
Pero tengo algo que contar, mil veces más...
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— ¡Oigan! ¿Pudieron verla?
La soldado rubia volteó en dirección al soldado que le gritaba a todo su escuadrón. Fuera de las murallas existió el milagro de la humanidad. El renacimiento de una llama de esperanza. Lo había podido presenciar en carne propia, y los demás soldados se derretían de la envidia.
—¡Si! Fue asombroso, Hange dice que fueron ochenta titanes de quince metros. Ella me salvó a mí y a ocho soldados más. ¡Sí tan solo la hubieses visto, Luke! Fue como un espectáculo. — Mencionaba la soldado. En sus ojos se esclarecía orgullo, emoción y admiración a medida que expresaba más palabras mencionándola.
—¿¡Y COMO ERA!? — gritó exaltado otro soldado. Estaba claro que todos en la sala querían conocerla y sentían la intriga de verla.
— Tenía un brillante y sedoso cabello rojizo hasta la cintura, unos ojos tan verdes como las esmeraldas y una piel blanca como la nieve. Era preciosa. — mencionaba otra vez.
— ¡Pero no dejes atrás su gran talento! — dijo aumentando la tensión y relatando el suceso con ilusión y esmero. — Sus golpes eran precisos y parecía que volaba por el aire, casi no usaba el nuevo equipo de maniobras. Nunca vi algo tan hermoso.
— ¿Cuántos años tendrá? ¿Cómo será su nombre? Hay tantas cosas que quiero saber de ella.. — hablaba el soldado. Hasta ser interrumpido por la voz de su compañera.
— Todos queremos, pero huyó a toda velocidad. — dijo apenada la misma rubia que pudo verla. — Sobre su edad... Se veía ciertamente joven, como adolescente.
— Y yo ya tengo treinta y cinco años de edad, no entiendo como podría alguien tan joven y pequeña, tener esa habilidad. — exclamó el hombre, Luke, sumido en el desentendimiento. - Sin embargo, el soldado mas fuerte de la humanidad sigue siendo Levi, el capitán. — dijo con aires de soberbia por el capitán que tanto aprecio le tenía.
—¿Me creerías si te digo que ella podría opacar a Levi? — dijo casi susurrando. Todos a su alrededor se miraron entre sí y algunos llevaron sus manos a su cara. No podía ser posible, pero por alguna razón, los que escucharon dicha frase, lo dudaron. Nadie en la faz de su tierra lograría opacar al mismísimo Levi Ackerman. Era claramente imposible.
De un momento a otro, la puerta se abrió repentinamente, dejando asustados a todos. Tomando por sorpresa a los presentes. Por allí entró con una fuerte presencia, haciendo temblar y sudar a todos por el miedo que ocasionaba. Que cada humano sentado se revolviera en las sillas. El famosísimo soldado más fuerte de la Humanidad. Levi Ackerman. Quien mantenía un semblante de enojo y manteniendo su cejo tan forzado como durazno arrugado, miro de pies a cabeza a cada uno de ellos.
— Salgan todos de aquí— anunció con su grave voz varonil. Para que en un abrir y cerrar de ojos, salieran todos corriendo espantados del lugar. Hasta que, Cuando todos se levantaron y la soldado sobreviviente de cabello rubio estuvo apunto de irse, chistó el mayor y se interpuso en su salida.
