La calma

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Wojira ya viene.

Tengo miedo. Escuché el relato de Benthomaar sobre lo que la Primera Maestra Elemental del Agua tuvo que hacer para derrotar a Wojira. Sobre cómo se sacrificó, uniéndose al océano, dejando de ser quien era, dispuesta a salvar a todos.

Sé cómo terminará todo esto. Sé que Nya está condenada a repetir lo que Nyad hizo. Y conociéndola, sé que ella estará dispuesta a hacerlo.

¿Es egoísta querer que no lo haga? No necesito respuesta para eso, sé que lo es. Dedicamos nuestra vida en ayudar a los demás, sin importar lo que nos pueda suceder.

Pero aún sabiendo que lo que pienso está mal, no puedo dejar de hacerlo.

La amo, simplemente la amo. La quiero más que nada y sé que mi vida no tendría sentido sin ella a mi lado. No quiero perderla. Temo perderla.

—Jay —su bella voz me libera de mis pensamientos—. ¿Estás bien?

—Si —miento—. ¿Y tú?

—No voy a mentirte, tengo miedo —responde angustiada—. Ambos sabemos de lo que Kalmaar es capaz y teniendo a Wojira bajo su control —se detiene por un momento—, sólo nos queda esperar lo peor.

—Tranquila —detengo mis pasos y sostengo sus manos—. El equipo Jaya se encargará de los malos. —beso su mejilla y ella sonríe.

—Sabía que el nombre te gustaría. —dice feliz, ignorando lo que estaba pasando a nuestro alrededor.

Retiro mis manos que sostenían las suyas para colocarlas sobre sus mejillas y con mi pulgar acomodo su cabello que se encontraba cubriendo sus bellos ojos cafés. Al ver el destello en su mirada, sonrío, ignorando los miedos que me atormentan.

—Jay —dice en voz baja.

—Mande.

—¿Puedo besarte? —pregunta con ilusión decorando su voz.

No sé porque comenzó a pedirme permiso para eso. Supongo que no quiere hacer algo de lo que no esté de acuerdo.

—Claro que puedes.

Lentamente, acercamos nuestros rostros para quedarnos unos pocos centímetros separados. Al sentir su cálida respiración sobre mi piel, me inclino un poco más, anhelando sentir sus dulces labios una vez más.

—No quiero arruinar el momento —dice una voz—. ¿Pero no creen que deberían apresurarse?

Rápidamente, nos alejamos sumamente sonrojados para ver al policía que nos había interrumpido.

—Lo lamento —exclama apenado—. Es que me da miedo que otra serpiente gigante venga a atacar Ninjago —no le decimos nada—. Mejor me voy.

Se retira corriendo tan rápido que se tropieza varias veces al caminar.

—¡Repito que lo lamento! —grita cuando ya no podíamos verlo.

Quiero quejarme de lo que acaba de pasar o, mejor dicho, de lo que no pasó. Pero me detengo al ver como Nya comienza a caminar, lista para retirarse. Reacciono tomando su mano para tirar de ella y acercarla hacia mí.

—Cuando todo esto termine —menciono cuando me voltea a ver—, concluiremos esto.

—¿Cómo estás tan seguro de que esto tendrá un final feliz?

—Porque te prometo que todo saldrá bien.

—El poder del pensamiento positivo —exclama con un tono burlón.

Voy a responder algo, pero al sentir sus brazos alrededor mío me detengo.

—Gracias por apoyarme —dice con su cabeza recargada en mi pecho—. Te quiero mucho Sparky.

Corazón en la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora