La tormenta

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El agudo sonido de la energía de las armas chocando merma el ruido de nuestra batalla. Sé que debo prestarle atención a mi pelea, pero no puedo evitarlo, por lo que me quedo observando a Kalmaar y Benthomaar intercambiar estocadas encima de la gigantesca cabeza de la serpiente.

—Pagarás por lo que le hiciste a nuestro padre —ataca.

—¿Nuestro padre? —ríe— ¿Aún cuando estamos peleando a muerte me ves como tu hermano? —suelta otra estocada— Entiéndelo, no significas nada para mí —de un golpe, tira la lanza de Benthomaar—. Solo eres otra muestra de la debilidad de mi padre— con sus tentáculos lo derriba.

Antes de que pueda reaccionar, Kalmaar coloca otro de sus tentáculos sosteniendo su brazo y con una sonrisa, usa su tentáculo para quebrarlo.

Con su agonizante grito de dolor, todos nos detenemos. Sé de lo que Kalmaar es capaz, pero no por eso dejo de estar sorprendido. Al ver dicho acto, las ganas de hacer algo se apoderan de mí. Quiero hacer algo, debo hacer algo.

—Saluda a nuestro padre —le apunta con su arma—, hermano. —exclama con sarcasmo.

Un chorro de agua choca con Kalmaar, tirándolo de la cabeza de Wojira y así alejándolo del moribundo Benthomaar. Antes de poder reaccionar, Nya salta hasta ahí, recogiendo a Benthomaar para bajarlo y traerlo con nosotros.

—¿En serio crees que unas cuantas gotas podrían contra alguien que vive bajo el agua? —tras decir eso, le da un disparo por la espalda, tumbando a ambos en el vacío— Mujer tenía que ser.

Rápidamente, Zane crea una rampa de hielo, guiando sus cuerpos hacia nosotros. Me acerco hasta ambos, revisando su estado. El disparo debilitó a Nya y no se necesita ser un experto para saber que el brazo de Benthomaar está roto.

Con el enojo en mis venas, tomo una de las lanzas de Benthomaar y salto hacia la cabeza de la bestia, dispuesto a terminar esto de una vez por todas.

—¿Por qué siempre que esta la chica tienes que estar tú? —reclama.

—Vengo en el paquete —me pongo en una pose ofensiva.

—¿En serio quieres pelear? Por si no lo viste, ya llevo dos peleas en lo que va del día, voy ganando y siempre lo haré. Estoy comenzando a dudar de su capacidad de comprender el término "batalla final".

—La tercera es la vencida —eso espero.

Kalmaar suelta una estocada, pero alcanzo a defenderme a tiempo. En un parpadeo, trata de tumbarme con sus tentáculos, al momento que me toca, suelto una descarga eléctrica, haciendo que me suelte con un gruñido.

Alejado, comienza a disparar la energía de su tridente, pero con la energía de la misma lanza logro neutralizar sus ataques. Sonriendo, emano algo del poder del rayo sobre la lanza y comienzo por la ofensiva.

La estrategia de Kalmaar es sencilla, distrae al combatiente por medio de un enfoque agresivo, aprovechando el momento justo para derribarlo con sus tentáculos. Por eso me encuentro en constante movimiento, anulando por completo sus movimientos.

Con una de las estocadas, Kalmaar desvía mi arma, dejando al filo electrificado de la lanza chocar con el Amuleto de la Tormenta. El amuleto reacciona emanando de su energía violeta alrededor del arma. Al recibir dicha energía, siento un ligero ardor en mi mano que sostiene la lanza, pero esto solo me hace más fuerte.

—¡Suficiente! —dispara debajo de mis pies, haciendo que me caiga— Esto es una pelea, no un concurso de baile —mientras me levanto, él se posiciona debajo del Amuleto de la Ola—. Simplemente acabaré contigo de la misma manera que lo haré con el resto de estas tierras —con el tridente le pega al medallón—. Nadie oirá tus gritos bajo el agua.

Corazón en la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora