Capítulo 1: La fuente

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Roman

Las noches son mis favoritas, soy un adolescente, así que amo salir a caminar por el parque que está cerca de mi casa, ver lo desolado que está, sin ninguna persona que lo habite más que yo. Es un paseo que siempre hago, siempre estoy rodeado de personas, así que las noches son mis escapes.

Salí de mi casa y vi que estaba totalmente nublado, la noche estaba algo fría, lo cual no debería de ser, era Julio, aquí en Los Ángeles estábamos en Verano.

Paré de caminar al no ver el camión de helados de mi vecino Clarence, es un gran sujeto, siempre me ha caido bien, pero era raro que no estuviera, cada que salía a caminar en las noches estaba, pero justamente hoy no.

Al llegar al parque me senté en la banca de color azul que tanto me gusta, podría dormir ahí sin problemas, me gusta porque esta frente a la fuente, siento que es un lugar bonito y relajado.

Había llegado uno de mis momentos favoritos de la noche, ver a una señora vestida de tonos neón paseando a su perro, su forma de vestir me hacía reír –internamente, obvio– ella iluminaba mis noches con esos tonos, ni quien pudiera no notarla, pero justamente esa noche no apareció, era algo que jamás había ocurrido.

—La señora de tonos chillones y su perro me han plantado— dije en voz alta.

No tuve más opción que pararme e ir hacía la fuente, era una fuente muy bonita, con una estrella en la punta, jamás la había visto tan de cerca, puesto a que todas las noches me la paso ahí en la banca sentado, observando o a veces escuchando música. La fuente era algo grande, así que decidí darle toda la vuelta, hasta que me percaté que alguien estaba sentado al otro lado de ella.

Azul

Estaba tan cansada de la mudanza que habíamos tenido el día de hoy, lo único que quería era dormir, pero no sabía por qué no podía, así que decidí ir a caminar un rato, sé que hay un parque cerca de mi nueva casa, agarré mi libreta de dibujos, mi abrigo preferido y fuí para allá.

En el camino pude notar que el cielo estaba algo nublado, sabía que había frío, pero no que estaba nublado.

—Maldición— susurré.

Estaba completamente estresada por el nuevo cambio que estaba teniendo y lo único que podía compensarlo era poder dibujar la luna, pero claramente no era posible.

Llegué al parque y no vi ni un alma ahí, era algo lógico, era ya de noche, así que recorrí un poco el parque hasta que llegué a una fuente, esa fuente es tan inmensa, decidí sentarme al borde de ella, traté de dibujar un poco la luna, pero no me gustó, así que la arranqué.

—Que aburrido es esto, que aburrida es mi vida, que aburrida es esta ciudad— me dije.

En una nueva hoja dibujé lo que parecía una estrella o una cruz, le vi más una forma de estrella, así que la intenté mejorar. Estaba tan concentrada hasta que un chico me interrumpió.

—Hola— me dijo.

Solo lo volteé a ver, regresando mi mirada a mi dibujo que era más importante en ese momento que hablar con un extraño.

—¿Eres de aquí?— me preguntó.

Sinceramente noté que es un chico muy guapo y tal vez tenía mi edad, eso fue lo que pude notar con lo poco que ví.

—¿Acaso no hablas?— me cuestionó.

—Hola, no soy de aqui y si, si hablo— le contesté algo enfadada.

—Ok, un gusto, soy Roman— me dijo tratando de darme la mano.

—Soy Azul— le contesté pausando mi dibujo y aceptando su saludo.

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