Capítulo 4: Gustos

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Azul

El cielo era algo que me fascinaba, allá está mi abuela, y ahora, todo lo que hago es por ella, así que me gusta mirarla mucho.

Puedo notar las veces que Roman voltea a verme, no sé si es por qué piensa que soy rara, que soy bonita o no sé. ¿Me incomoda? un poco, me pone algo nerviosa, así que empiezo a jugar con el anillo que era de mi abuela y que me ha heredado, un anillo de oro, con el nombre de ella "Candy".

Me da gracia el que pensara que era alguien enfadosa.

El escuchar decir a Roman —eres alguien que me gustaría conocer más— fue algo que no me esperaba, pero que se me hizo muy lindo de su parte.

—Y yo creo que tendremos tiempo para ello— Si supiera las ganas que tengo de conocerlo más a fondo.

¿Quién carajos tendrían en común el cielo y todo lo bello en ello? Eso es muy romántico y lo romántico me da miedo, no pensé en tener algo en común con él, ni mucho menos que fueran las estrellas. Ni que Román me fuera hacer caso, siendo un chico muy popular.

—Chicos, vengan a la mesa, la cena está lista— dijo la mamá de Roman mientras se asomaba al patio.

El se levantó y me extendió la mano para que yo me pusiera de pie, un gesto muy lindo.

Fuimos hacia la mesa, donde ya todos estaban sentados.

—¿Cuántos años tiene la pequeña Jaz?— preguntó la madre de Roman.

—Diez años— contestó Jaz.

—¿Y tú Azul?— escuché que preguntó.

—¿Disculpa? ¿Me dijo algo?— de tan linda conexión con el pelirrojo no pude escuchar lo que su madre me preguntó con anterioridad.

—Decía qué sí, ¿cuántos años tienes?

—Tengo diecisiete— le contesté con una linda sonrisa.

—Vaya, Roman tiene dieciocho.

—Ma— dijo Roman algo apenado.

—Bueno, hablemos de otras cosas porque Roman odia ser el centro de atención.

¿Odia ser el centro de atención? Pero si él es el chico más popular de la Universidad.

Roman

Pasaron las horas, la cena había estado realmente buena, pero la plática se tornaba aburrida cada vez más.

—Hijo, ¿puedes llevar a las chicas a que conozcan tu habitación?, si quieres— me dijo mi madre.

—Claro.

Me paré educadamente de la mesa y con las chicas siguiéndome, subí las escaleras para luego entrar en mi habitación.

—Bueno, aquí es donde duermo, no es tan grande, pero es mi estilo— dije apenado por las cosas en ella.

—¿Bromeas? Tienes videojuegos y eso para mi es ganancia— Jaz parecía amar con locura los videojuegos que tenía —¿Puedo jugar?— preguntó.

—Sí, juega lo que quieras.

Por otro lado, la hermana mayor no parecía disfrutar de mi habitación.

—¿Pasa algo?— le pregunté.

—No, lindo cuarto.

—¿Segura que no pasa nada?— le volví a preguntar.

—No pasa nada, solo que jamás te imaginé durmiendo con esta lámpara— dijo mientras agarraba mi lámpara de luna con un astronauta.

—¿Qué tiene de malo mi lámpara? Es super bonita y varonil— le conteste de una manera burlona.

Ahí pude notar la linda sonrisa que ella tiene, y es que sinceramente ella es muy tierna.

—Linda pared.

—Gracias.

—Si que amas la astronomía, tanto como para tener pintada la osa mayor y la menor en ella.

—Lo sé, mi cuarto parece el de un niño.

—Pero el de un niño con buenos gustos— dijo mientras fijaba su mirada en mí.

Mientras nos mirabamos, sentí como mi cuerpo se ponía tembloroso, pero eso no duró mucho, ya que Azul quitó la mirada en seguida.

—Si, está linda tu pared, pero cómo que le falta más brillo, ya que son constelaciones, ¿no crees?

—Sí, ¿y sabes quién le puede dar ese brillo? Tú.

—No, te dije que ya no pinto.

—Lo sé, pero eres excelente dibujando y sé que puedes hacer que mi pared se vea mucho mejor— en parte si era verdad de que ella podía darle ese toque, pero al mismo tiempo sería la excusa perfecta para verla un día más.

—¿Estás seguro de eso?— me preguntó no tan convencida.

—Claro, sé que puedes Azul.

Azul

Por primera vez, un chico estaba seguro de lo que yo realmente podía hacer, lo que realmente yo podría crear.

—Lo pensaré.— Vi como su rostro se llenó de alegría, pero no por mucho —Lo haré, pero con una condición.

—Claro, sabía que tenía que haber algo de por medio– me dijo algo enfadado, pero siendo buena persona— ¿Qué es lo que quieres a cambio?

—Mmm, dejame pensar— dije de forma burlona —Quiero lienzos y brochas.

—¿Volverás a pintar?— preguntó el pelirrojo con una emoción notable.

—Aún no, pero tal vez pronto.

—Me alegra mucho Azul.

No le pude responder nada, estaba apenada y aterrada, era yo quien pintaría la pared de este chico perfecto y popular.

Escuché a mi madre gritarnos a Jaz y a mi para irnos a casa, así que me despedí de Roman.

—Gracias por dejar jugar a Jaz y por la oportunidad de arruinar tu pared— le dije mientras me comían los nervios.

—Tranquila, no arruinarás nada, de eso estoy seguro— es tan lindo, enserio —Ten linda noche, Azul.

—Igualmente, Roman.

No sé por qué, pero cada que nos mirábamos a los ojos podía notar una conexión más allá.

No sé por qué, pero cada que nos mirábamos a los ojos podía notar una conexión más allá

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